Carol Thatcher está muy contenta Encontró aquí entusiastas «colaboracionistas».
Su objetivo es doble. Por un lado rendirá, debutando como documentalista fílmica, un homenaje a la «mami», pero sin hablar de su crimen de lesa inhumanidad por ordenar el hundimiento del Crucero «General Belgrano» fuera del área de beligerancia, llevándose al fondo del Atlántico con él a 323 hombres argentinos muertos por la Patria. Por otra parte, espera ganar una fortuna con su «trabajo» y los «testimonios» de colaboradores «voluntarios», que nos resistimos a creer fruto de un acto no intencionado por ninguna de las partes.
La BBC de Londres, tanto en su edición que hace con periodistas y para consumo interno, como también por la BBC Internacional que es manejada por el Foreign Office, dirigida al exterior para dar argumentos a sus aliados europeos para defender al colonialismo y, en especial, a los pueblos del Tercer Mundo, para demostrándoles lo que puede pasarles si desean criticar el sentido de la democracia dentro del capitalismo salvaje.
Los gastos del equipo que acompaña a la señorita Carol son pagados por la BBC y los honorarios y ganancias del trabajo, que reportará algunos millones de dólares, serán en buena parte para ella. En fin, un gran beneficio económico y, lamentablemente, también político. Este último daño, para evitarlo, no se ha hecho nada por parte de Argentina, sino todo lo contrario. Hay colaboraciones sospechosas.
En más de un centenar de horas de filmación, para ser luego editadas en una hora de duración, ya tiene sobrado material para disfrutar.
Seguro habrá conceptos que no contendrá la filmación como la palabra «colonialismo», criticada por todos los pueblos del mundo, incluida la mayoría de los británicos. No se hablará de otro crimen de guerra como la matanza de soldados argentinos prisioneros, ya desarmados, denunciado por el gobierno de la Junta después de la Batalla de Goose Green; y ni se mencionará la infamia cometida contra el Belgrano. Ya tiene bastante material servido en bandeja por un manojo de ex combatientes hablando demasiado para entrecortar los párrafos que quiera sacar de contexto y desfigurarlos.
Podrá contar Carol la «casualidad» de volar en el mismo avión con cuatro veteranos argentinos y fotografiarse a bordo con ellos, todos bien sonrientes, como si no estuvieran al tanto previamente de su presencia y objetivos, cuando fue coordinado el encuentro por la embajada inglesa en Buenos Aires. Dará buen lugar en esos 60 minutos a un par de ancianas criollas, madres de caídos en Malvinas, llorando ante las cámaras la muerte de sus hijos. Las críticas a la dictadura militar gobernante en 1982 serán infaltables con calificativos contra el «borracho» Galtieri. Dirían lo mismo algunos políticos desmalvinisadores dispuestos siempre a no perderse la oportunidad de mostrar su habitual condición de cipayos. Estos repetirian gustosos su agradecimiento a la «mami» porque «a ella le debemos el retorno a la democracia» aunque recalquen que nunca estuvieron de acuerdo con el intento de recuperar las islas.
Nos parece estar viendo el «documental» con la «mami» observando el desfile de la victoria en Londres, un medio día a la hora de almorzar, cuando algunos oficinistas de Fleet Street salían de los bares con vasos de cerveza en mano a dar un vistazo al festejo, cuando casi ningún edificio fue embanderado.
Sin lugar a dudas el film humillará a los argentinos todos y en especial a los veteranos que no dejan morir la llama de su lucha en la gesta de Malvinas.
La señorita Thatcher nos hace recordar a otro ridículo portador de apellido, Winston Churchill (nieto), cuando se hacía aplaudir por los halcones del Imperio insultándonos desde la Cámara de los Comunes y pidiendo que los argentinos fueran «revolcados en el barro de la vergüenza» y sirviera de ejemplo «para que nunca más nadie toque tierra británica».
Cuando en junio de 1982 los ingleses, con sus aliados norteamericanos y europeos se veían ganadores de la batalla, Woodrow Wyatt, el principal vocero de Margaret Thatcher, hablaba de «la necesidad de humillar a la Argentina», algo sostenido desde los Comunes por los conservadores encabezados por Parkinson y Churchill (ver el Daily Mirror del 13/VI/82). No se trataba de los gobernantes militares de Galtieri sino de la Argentina toda. Los mismos buscaban lograr que «hasta los niños no vuelvan a pensar más en las Falklands». Y estas barbaridades no la decían solo los fanáticos seguidores de la señora Thatcher, sino también muchos laboristas, que son la misma cosa, incluido el actual Primer Ministro Tony Blair. Por su parte, Denis Healey, gran personaje «socialista», era canciller paralelo y pedía que convendría no humillar demasiado a los militares argentinos, «porque el peronismo sería peor que la Junta».
La ITV, televisión privada escandalosamente oficialista, recomendó y reiteró que «el gobierno (argentino) debe imponer la ley marcial para evitar desbordes de las masas fascistas».
Esta inquietud del peligro de democracia en nuestro país también lo temían en otros gobiernos europeos colonialistas, en especial Francia, donde varios medios de difusión, encabezado por el «socialista» diario «Le Monde» del 15 de junio del 82, «se manifestaba contrario a un inmediato llamado a elecciones democráticas», sugiriendo «entregar el mando a figuras prestigiosas radicales como el ex presidente Arturo Illia o Raúl Alfonsín». Otro «candidato» era el oscuro demócrata progresista Martínez Raimonda, acusado de estar vinculado a la «P2».
También se destacó como una buena solución, especialmente en Londres y Washington, al Secretario General de la OEA Alejandro Orfila, quien según The Guardian, «está dispuesto a actuar como presidente interino argentino».
Lamentablemente aquí, salvo la Comisión de familiares de Caídos en Malvinas y los veteranos, ningún medio ni autoridad se ha expresado sobre este tema tan delicado. Cuando se conozca el documental en la celebración que hará el gobierno del «socialista» Tony Blair, más de uno se arrepentirá de haberle hecho el juego, una vez más, al ruin colonialismo racista británico. Será también el momento de investigar la trama completa de esta vergüenza y el rol jugado por algunos diplomáticos y políticos, aunque varios de ellos ya están invitados a Londres para asistir a los festejos de la «victoria» inglesa sobre la Argentina, al cumplirse el cuarto de siglo el próximo 14 de junio.
Pero a nosotros, no nos sorprenderá el mamarracho que será «La Guerra de ‘Mami'». Solo nos repugnarán el film y sus colaboracionistas.
(*) CEES (Centro de Estudios Estratégicos Suramericanos).