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ENRQUE OLIVA
"Françoise Lepot"

Juan Manuel de Rosas a 128 años de su muerte

En los contenedores de los puertos no pueden incluirse como simples mercancías la soberanía y cultura nacional, porque la soberanía y la cultura no entrarán nunca en la economía de mercado.

Su expedición al Sur no fue de conquista para eliminar indígenas y dejarlos en la miseria del desierto. Don Juan Manuel hizo convenios con ellos que respetaron ambas partes, manteniendo la paz y el orden. Su misión fue evangelizadora e instructiva, divulgando sus conocimientos en agricultura y ganadería, concediendo espacios, como a cuanto gaucho quiso radicarse. Con esa civilización cristiana usted integró a los indígenas bajo la bandera argentina.

El propio Charles Darwin, quien vino a nuestras tierras, a estudiar sus posibilidades de explotación colonial, lo visitó en su campamento junto al Río Colorado y explicó luego los objetivos de su campaña militar: consistía en impedir la entrada de blancos e indios venidos de Chile a cuatreriar ganado vacuno y caballar en las nacientes estancias de la pampa. Y usted cerró tratos con el bravo cacique Calfucurá (Piedra Azul), también llamado "Napoleón de las Pampas", convirtiéndolo en su amigo y fiel aliado. A cambio de proveerle periódicamente ganado y algunos elementos como azúcar, harina, yerba mate, y hasta jabón, el araucano, argentino por opción, impidió a partir de entonces, con indios y criollos, las penetraciones de malones de Chile.

La paz y seguridad de la frontera Sur se mantuvo hasta Caseros. Los "civilizados" desconocieron el "tratado entre salvajes". Y los indígenas, "nuestros paisanos los indios" como los llamaba San Martín, antes de morirse de hambre atacaron sus tierras ancestrales en justa búsqueda de comida y espacio.

Su Expedición al Desierto dejó pequeños pueblos, transformados con el tiempo en muchas ciudades, entre ellas Junín, Bahía Blanca y 25 de Mayo. Esta última con la fecha patria que fue celebrada oficialmente, por primera vez.

Consolidada la frontera Sur, un enemigo peor llegó a las aguas del Río de la Plata: el colonialismo europeo.

Usted Don Juan Manuel, como su amigo el General Don José de San Martín, ya conocían bien las intenciones de las grandes potencias colonialistas en el siglo XIX, cuando se lanzaron a una desenfrenada carrera que parecía inatajable para sojuzgar nuevos pueblos. Más en el Río de la Plata usted los frenó, como única excepción. Pero sus enemigos locales, siguen reprochándole su victoriosa determinación patriótica, llamándole "bárbaro", cuando ellos continúan considerándose portaestandartes de la "civilización".

A usted, Don Juan Manuel de Rosas, los adoradores de la cultura colonialista europea, no lo pudieron convencer. Los unitarios de ayer, como los de hoy, pensaban y piensan, que rechazando la cultura de los cañones nos aislaríamos para "caernos del planeta", como se dice hoy.. Todo lo contrario, se defendió con uñas y dientes y una brillante actividad diplomática que asombró al mundo, ganándose el justo título de "Gran Americano". Fue en ese sentido, nuevamente, seguidor del pensar siempre vivo sanmartiniano de la unidad suramericana. Y su almirante Guillermo Brown, con bergantines construidos en Corrientes, desalentó a los poderosos invasores, luciendo orgulloso en su uniforme la consigna innegociable de "Soberanía o muerte".

Felizmente, usted aprovechó una experiencia anterior, durante la dominación española, cuando sus reyes impusieron el comercio solo con la metrópolis. Como el intercambio era insuficiente para cubrir las necesidades de la creciente colonia, ésta debió ingeniárselas para crear sus propias industrias para autoabastecerse.

El ilustre Restaurador conocía asimismo la historia del Ejército Libertador de San Martín y porqué su admirado prócer pidió la Gobernación de Cuyo, pues allí ya existía una industria metalúrgica y hombres capacitados que explotaban minas de hierro, estaño y cobre y elaboraban el bronce. Fray Luis Beltrán no armó un ejército de casi 6.000 hombre de combate solo rezando, sino también con la fragua y al yunque dando.

Fueron armas criollas, incluso cañones, que junto a las bien templadas lanzas o facones atados a las tacuaras, abrieron el camino de nuestra libertad. Esas armas usted las usó contra los franco ingleses, manteniéndolos a raya hasta obligarlos a retirarse de nuestras aguas y honrar el pabellón azul y blanco.

Rosas no recurrió a préstamos ni inversiones extranjeras para que el país progresara . No cayó en el complejo de inferioridad que inculcaban los colonialistas de adentro y de afuera frente a las manufacturas importadas, que las consideraban fruto de una cultura superior inalcanzable por los criollos.

Fracasados por las armas, los nuevos invasores no vienen hoy con sus flotas a cañonear nuestras poblaciones (por ahora). Tampoco les prestan uniformes y armas a traidores criollos para luchar contra sus hermanos. En cambio, a muchos les dan títulos universitarios en inglés o francés. Los instruyen para ser obedientes servidores pagos de las multinacionales materialistas.

El imperialismo hoy se sostiene con esos escribas por medio del imperiodismo nacional y el imperiodismo internacional.

Batallones de "economistas" y "politólogos", repiten recetas tramposas para consolidar al cipayismo.

Hoy nos presionan descaradamente los gobiernos de las grandes potencias y el FMI para acordarles indebidos aumentos de tarifas a las multinacionales del colonialismo. La nueva extorsión, ya está saboteando el desarrollo nacional por la insuficiente provisión energética, a causa del incumplimiento de las inversiones comprometidas y la explotación irracional.

Ante un federalismo en crisis y un unitarismo financiero soberbio, es de recordar Don Juan Manuel que fueron federales quienes lograron la conquista del voto universal, creando un partido político entonces popular que llevó a Hipólito Yrigóyen a la Presidencia. Asimismo fue el criollaje federal de la Argentina profunda quien eligió a otro paisano, el general con sangre tehuelche Juan Perón, que encaró un nuevo y valiente proceso de desarrollo nacional con el consecuente afianzamiento de la soberanía, dejando al país sin deuda externa. Esa osadía terca de ser patriota le costó, a su vez. un imperdonable odio y el exilio impuesto por los unitarios.

Ahora el mundo entero está desestabilizado bajo la amenaza de un nuevo imperio glotón. Ilumínenos con su talento y firmeza, usted que contó con el apoyo del General San Martín, quien con fundadas razones lo hizo heredero de su glorioso sable, bien llamado el talismán de la Patria.

Don Juan Manuel, hizo honor al escudo del Libertador, que compartió: "Velar se debe la vida, de tal suerte, que viva quede en la muerte". Por eso le rogamos hoy, inspiración y valor para ser fieles a su machaza divisa de soberanía o muerte.