Editorial de "Horizonte Sur"
Seguramente no habrá un nuevo 20 de Diciembre, al menos, tal como el que conocimos en el 2001... Además, probablemente si lo hubiera, el helicóptero, ahora no funcionaría o no tendría combustible. Igualmente, la plaza del presente está vallada y por más que se grite o se golpeen cacerolas desde la zona de la pirámide, no se podría llegar a perturbar la siesta presidencial tal como alguna vez le dijeron a la esposa del General Valle, a horas de que le fusilaran a su marido en la Penitenciaria Nacional.
Los tiempos pasan pero las siestas quedan, las siestas, tanto como los oficios y los vicios del poder.
No habrá probablemente, un nuevo 20 de diciembre como el que tuvo De la Rua que, también se desdoblaba con Tinelli para escarnio de sí mismo, pero solo porque ahora todo el año es Carnaval.... El día fatídico de los cacerolazos y de las muertes en las calles, se ha transformado en un modo de vida de los argentinos.
El desfondamiento de las instituciones ya no es un pico de presión, sino el estado agónico cronificado de un país que acepta vivir sus miserias, en las salas de terapia intensiva. Que lo digan los gendarmes y otros que hasta ayer constituían el proyecto mimado del progresismo de tener su propia Guardia Nacional y que hoy en estado asambleario saltan gritando el sueldo no se toca, como si el edificio Centinela fuese una cancha de futbol... El perro Verbitsky y la camarada "Teresa" Garré que son en realidad los verdaderos responsables de la degradación institucional de las fuerzas, mantienen un absoluto silencio de radio...
Las cadenas de mando se rompieron, pero no sólo ese día en que frente a las cámaras los gendarmes patearon impunemente al Prefecto luego relevado por el Gobierno, se rompieron desde hace mucho tiempo, también cuando el progresismo dedicó de manera prolongada sus afanes a borrar a Perón de los imaginarios colectivos, a borrarlo de los actos y de los relatos con que nos adormecen a diario aprovechando todos los enormes recursos mediáticos del Estado.
Y tal vez sea esa ausencia la que nos deba hacer reflexionar acerca de los reiterados fracasos argentinos... ese Perón de los setenta, históricamente descarnado, que, con el abrazo a Balbín y las políticas del ruso Gelbard nos proponía el atrevido desafío de que para un argentino no hubiese nada mejor que otro argentino, es tal vez el remedio que necesitaríamos y que no tenemos... Lo que tenemos es la farsa de un neoperonismo travestido donde se conjugan unos cuantos antiguos miembros de la UCD como el Vicepresidente, con los sobrevivientes de la llamada Tendencia revolucionaria y muchos pero muchos cuadros provenientes de la FEDES...
Frente al prolongado motín de los gendarmes, algunos, con un forzado candor, dicen que el problema es estrictamente sindical, mientras otros pretenden verle por lo contrario, sus costados políticos que, sin lugar a dudas los tiene. El Gobierno mientras tanto, pasa de la cólera, producto de su soberbia burlada, al terror de perder los privilegios de clase que mantiene, y no faltan los oficialistas que se acuerdan ahora de que la gente tendría que salir a defender la Democracia. Seguramente la misma democracia que han escarnecido durante tantos años y que ahora pretenden que movilice a un Pueblo descreído y hastiado de la casta dirigencial.
De todos modos, es verdad que debe haber problemas salariales porque lo que ganan los cuadros bajos es una miseria, que lo que ganan lo ganan en negro y que, también es verdad que, sobre el grueso de esos gendarmes ha recaído el enorme esfuerzo de controlar la inseguridad en el gran Buenos Aires y a lo largo de las líneas férreas.
Pero la bronca generalizada a las propias cúpulas y el conocimiento de cómo los dueños del Poder en la Argentina le han entregado zonas marginales de recaudación, tanto a lo políticos como a las fuerzas de seguridad, debería hacernos comprender que, una vez más, donde se pretende ver política o sindicalismo, existen fundamentalmente negocios... Y ese es el problema y es el nudo de la comprensión de una realidad que nos cuesta aceptar, una realidad dónde se expone un modelo de neocolonialidad con poder político desnudo. Una realidad, en que la política ha sido definitivamente reemplazada por los negocios con las influencias y los erarios públicos, y por sobre ello, el afán de sobrevivir en los privilegios conseguidos a cualquier precio, cuando la propia impericia y estupidez hace que la economía entre en una situación aguda. En otras palabras, que, pareciera que la manta no alcanza para taparnos a todos... o sea que la caja ya no alcanza para conformar o para comprar a todos... Que las ganancias que nos proporciona un modelo de neocolonialidad como el de la sojización, aún en una época de sorprendente privilegio de los términos del intercambio para las comodities, no alcanzan ya para compensar el desempleo extendido paliado con asistencialismo, a la vez que, los intereses de la Deuda Externa y además, los enormes déficits en las necesidades energéticas del país, como consecuencia del vaciamiento de los pozos realizado por REPSOL durante tantos años, vaciamiento realizado con absoluto asentimiento y complicidad del progresismo kamporista...
Faltan tres años para que la Democracia renueve su casta dirigencial con otros rostros y probablemente con los mismos o similares compromisos. Tres años es mucho tiempo. Además, daría la impresión que la Presidenta ha regresado de New York y de sus entrevistas con los dueños del mundo, tales como Soros y Monsanto, convencida que lo máximo que puede obtenerse de ellos, es que mantengan el actual respaldo hasta el 2015.
Quedan entonces, tres años para volver a convocar la licitación política de la actual gerencia del Estado corporativo neocolonial, y esos tres años habrán de hacerse muy duros, en especial dado el altísimo nivel de oportunismo y de prostitución política reinante. Se hace necesario mantener ocupada a la propia tropa para que no se desbande, en la confrontación permanente o en los hechos menores como el hostigamiento sufrido en la Universidad de Harvard.
Pero los medios y la cotidianidad relevan a los fines que, al fin desaparecen... toda posibilidad de un proyecto que eleve las miras, tiende a desaparecer en el fárrago de las disputas de territorios y de negocios en que se desenvuelve la vida política argentina... y en ello se incluye a la llamada oposición, que, en esta hora de profunda crisis demostró una vez su terrible inanición.
Lo ocurrido con nuestros cadetes de la Armada y la Fragata Libertad retenida en Ghana dónde ni siquiera la Argentina tiene una embajada, por una demanda de grupos que pretenden el pago de la deuda, parece ejemplificador del inmenso deterioro de nuestra imagen como país. No solamente resulta insólito que se intente embargar un buque de guerra por razones económicas, sino que también resulta paradójico que, mientras algunos miembros de la armada solidarios con los gendarmes y preocupados por sus propia situación, griten que el sueldo no se toca, otros puedan atravesar por situaciones tan vergonzosas como las que les toquen el trasero en Ghana y simplemente esperar a que el conflicto se destrabe o se pueda pagar una fianza de millones de dólares, para continuar el viaje. Ojala que alguna vez al tocar el fondo de nuestra propia auto estima como país, encontremos las fuerzas para recuperar el sueño que olvidamos, un propósito tan sencillo que podría agruparnos a todos para permitirnos salir de las actuales miserias, me refiero al tantas veces expresado propósito de alcanzar la felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación...
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