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De la mujer del látigo a Santa Evita: A más de 70 años de la muerte de Eva Perón.

Tras más de 70 años del fallecimiento de Eva Perón, acaecido el 26 de julio de 1952, en las inmortalizadas 20.25 hs, su figura aún genera interés y polémica. El estreno de la serie “Santa Evita” por Star/Disney, un par de años atrás, sobre el derrotero de sucuerpo embalsamado, secuestrado por quienes derrocaron a Perón en 1955, reavivó el interés por su figura, en particular por este tema escabroso, que, paradójicamente, tuvopoca repercusión. Sea por la culpa de los responsables, triada conformada por los militares que secuestraron, profanaron e intentaron destruir el cuerpo; civiles colaboracionistas (antiperonistas y hasta algún peronista que intentó sacarse de encima al mito incómodo de la “Jefa Espiritual de la Nación”) que hicieron “la vista gorda”; y clérigos que, con supuestas buenas intenciones, facilitaron el traslado del cuerpo a Italia.

Mary Main, en “La mujer del látigo: Eva Perón”, editado en diciembre de 1955, reflexiona: “El mito de «Santa Evita» no ha desaparecido y existe en potencia a disposición de cualquier inescrupuloso que lo utilice contra los simples, los fanáticos y los exaltados… (y) no deberán subestimar la influencia que «Santa Evita» ejerce sobre los corazones simples y las almas sencillas, influencia que puede ser fortalecida y no debilitada por la muerte y que desaparecerá, no por medio de leyes no decretos, sino con ilustración, esperanza y libertad”.

Pese a dicha invocación, en la noche del 23 de noviembre de ese año, un comando del Ejército al mando del teniente coronel Carlos Eugenio Moori Koenig, Jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), ingresó al edificio de la CGT para secuestrar el cuerpo de Evita y empezar su calvario. Se sumó el decreto n°4161 del 5 de marzo de 1956, prohibiendo toda mención al peronismo, los encarcelamientos masivos y los fusilamientos del 9 al 12 de junio, denunciados por Rodolfo Walsh en Operación Masacre”, reprimiendo el alzamiento del general Juan José Valle, lo que marcó la tónica del régimen de Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Francisco Rojas.

El semanario sensacionalista “Así” fue uno de los pocos donde se publicó sobre el tema. En la edición del 10 de septiembre de 1957, bajo el título: “Los restos de Eva están sepultados en Santiago del Estero”, insinuaron en el pasquín que había dos féretros, con “dos furgones, uno llevaba a Eva y otro no; dos cajones, uno llevaba a Eva y otro no. Uno vacío y el otro con el cuerpo de Eva”. El diario “La Razón”, en tanto, también se hizo eco de los rumores e insinuó una multiplicidad de cajones, en este caso cinco, quienes durante tres días recorriendo la ciudad, para despistara la resistencia peronista.  

Efectivamente, el cuerpo de Evita fue trasladado a distintos lugares de Buenos Aireshasta 1957. Ese año el gobierno de facto ordenó su traslado – en un operativo secreto - a Italia, bajo el nombre falso de María Maggi de Magistris al Cementerio Maggiore de Milán, por gestiones de la Orden de San Pablo, donde estaría enterrada hasta 1971.

Fue incesante el pedido de restitución del cuerpo por parte de Perón y de la familia Duarte. El primero padeció penurias e intentos de asesinato en su exilio, hasta por el mismo Koenig, mientras que la madre y hermanas de Eva sufrieron persecuciones y debieron exiliarse a Chile para luego, años después, retornar a la Argentina y continuar con sus reclamos, llegando a entrevistarse Juana Ibarguren, la madre de Evita, con el presidente Arturo Frondizi, como antes lo hizo con Lonardi y Aramburu, para saber sobre el destino de su hija, pero sin una respuesta positiva. Hasta el mismísimo Koeningse apersonó al país trasandino para intentar pactar con la madre para canjear el cuerpo a cambio de que denuncie a Perón, siendo rechazado de plano por la digna señora.

También lo hizo el apoderado de Perón, Isidoro Ventura Mayoral, quien en la edición de “Así” del 22 de diciembre de 1958, “exigió que debe ser entregado el cadáver de Evita”, teniendo “el convencimiento que el cuerpo se encuentra en Martín García”.

A eso se sumó la prensa clandestina peronista, como “Línea Dura”, dirigida por María Granata, “Rebeldía”, del padre Hernán Benítez, y “Palabra Argentina”, de Alejandro Olmos, entre otros, donde se hacía referencia sobre el destino del cuerpo de Eva.

Volviendo a Walsh, en “Los oficios terrestres” (1965), incluyó el cuento “Esa Mujer”,donde relató un encuentro con el propio Koening – dos hombres de “Inteligencia” frente a frente - para obtener pistas sobre el destino del cuerpo de Eva. Se complementaría con el cuento inédito “Ese Hombre”, en base a una entrevista del periodista con el propio Perón en Madrid.

En consonancia con dicho relato, la revista “Panorama”, n° 32, de enero de 1966, publicó un especial sobre Eva Perón y el destino de su cuerpo, siguiendo una de las hipótesis, que la Marina lo había fondeado en el medio del Río de la Plata.

El tema fue reflotado con el secuestro, y posterior ajusticiamiento, de Aramburu en manos del grupo guerrillero Montoneros el 29 de mayo de 1970, quienes, en juicio revolucionario, lo condenaron a muerte el 1 de junio por el golpe de 1955, el fusilamiento del general Valle y el secuestro del cuerpo de Evita.  Varios medios retomaron la cuestión, destacándose el semanario “Así”, quien entrevistó a Francisco Manrique, ministro de Bienestar Social y ex edecán de Aramburu, el 11 de agosto del mismo año, afirmando: “El cuerpo de Evita está sepultado cristianamente” y que fue “a pedido de la madre de Eva Perón. Ello motivo una respuesta de la citada en cuestión, en la edición de “Así” del 25 de agosto, refutando al ex marino.

La dictadura de Agustín Lanusse - denominada Revolución Argentina – intentó negociar con Perón para que no retorne a nuestro país por medio de la devolución del cadáver de Eva Perón. También, para esa misma época, José Ignacio Rucci, secretario general de la GCT, le solicitó al presidente de facto la devolución del cuerpo de Evita y, de paso, la repatriación de los restos de Juan Manuel de Rosas. Según el propio Lanusse, en “Mi Testimonio” (1977) tuvo “en 1969, los primeros indicios sobre la cuestión” y la decisión de “entregarlo, lisa y llanamente”.

El 1 de septiembre de 1971 salió de Milán el cuerpo – llevado por un grupo militar – para devolverlo a Perón en Madrid. Luego de comprobar las mutilaciones sufridas, se dispuso que éste permanezca en Puerta de Hierro - su residencia en España – para luego ser trasladado a la Argentina. Blanca y Erminda Duarte, hermanas de Evita, viajaron a Madrid para verlo. La condición del cuerpo sería testimoniado por el propio Perón, en una serie fotográfica tomada por él, y por las hermanas de la occisa, quienes en 1985, en respuesta a un artículo periodístico, publicaron un comunicado detallando: “los malos tratos infringidos a los despojos mortales de nuestra querida hermana Evita.

Tras la asunción de Perón como presidente se pensó transportar el cuerpo pero la situación de convulsión interna, unida al deterioro de la salud y posterior muerte, lo imposibilitaron. Montoneros intervino secuestrando el cadáver de Aramburu, pidiendo el retorno del cuerpo de Eva, lo que se logró recién el 11 de noviembre de 1974 en un operativo comandado José López Rega, ministro de Bienestar Social y miembros de las A.A.A, quienes tuvieron el cuerpo, junto con el de Perón, en una capilla ardiente en la residencia Presidencial de Olivos, sin que la familia Duarte tuviera acceso.

Fue en esa época que la esposa del médico Pedro Ara editó “El caso Eva Perón”, en octubre de 1974 en España, con las impresiones del afamado galeno hasta su último viaje a nuestro país en julio de 1973, donde encontró la muerte.

Finalmente el Proceso de Reorganización Nacional dispuso la restitución del cuerpo de Eva Perón a sus familiares para ser llevada a su bóveda, bajo estrictas normas de seguridad diseñadas por los mismos militares, en el Cementerio de la Recoleta el 22 de octubre de 1976, donde hoy descansa en paz.

La novela de Tomás Eloy Martínez “Santa Evita” de 1995 reavivó el interés por el tema de destino del cuerpo, sumándose el documental “la Tumba sin paz”, dirigida por Tristán Bauer, con guión de Miguel Bonasso, de 1997; la investigación de Sergio Rubín “Secreto de confesión: cómo y por qué la Iglesia ocultó el cuerpo de Eva Perón durante 14 años” (2002); el libro de Carlos de poli “Evita: el misterio del cadáver se resuelve” (2003); la investigación de Laura Ehrlich y Sandra Gayol del 2018 “Las vidas post morten de Eva Perón: cuerpos, ausencia y biografía en las revistas de masas de Argentina”; más los artículos de Laura Macek y Santiago Regolo, publicados respectivamente, en la página web del Museo Evita y en el Diccionario del Peronismo 1955 – 1969 (segunda parte)”.

Verdad o ficción, éstos y otros secretos sobre Evita están aún por develarse. Como el hecho maldito del país burgués. Es amarla u odiarla, pero aún en la actualidad no pasa desapercibida.

 

*Lic. en Ciencia Política; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas

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