Éxodo Jujeño: Un Belgrano extraordinario a pesar de las ordenes de Buenos Aires. Sucedió un 23 de Agosto de 1812 a partir de las cinco de la tarde
Desde 1810 Buenos Aires después de haber elegido la junta, como lo haría durante 200 años apartando los periodos de mandato de Juan Manuel de Rosas y los de Juan Domingo Perón, pensaba diferente, por eso no es casualidad que luego de conocer los pensamientos de Belgrano lo enviaran al norte del país para organizar un ejército que tenía la orden de detener al jefe realista Tristán que bajaba desde el Alto Perú.
Fue una linda forma de sacarse de encima a un Patriota que ya molestaba con sus formas de expresar el significado de libertad e independencia con los cuales arengaba a quien se le permitiera acercarse, por eso debían llevarlo bien lejos par que no molestara, pero Belgrano no iva a dejar su conciencia apretada por la picardía de los Rivadavias y marcó dentro de la historia argentina diferentes circunstancias que hicieron de el un verdadero héroe nacional, primero con la creación de la Bandera acto que marca su pensamiento patriótico, segundo nombrar a sus dos baterías de combate con el nombre de Libertad e Independencia, tercero contrariando las órdenes de Buenos Aires llevando una empresa con la más alta hidalguía que se recuerde, el llamado éxodo jujeño, y cuarto ganando las batallas de salta y Tucumán.
Cando Belgrano fue nombrado al frente del “ejercito” del Norte, fue engañado por los “patriotas” de Buenos Aires, porque no existía tal ejército, sino un grupo de gauchos harapientos, sin armas y sin la mas absoluta noción de lo que era una batalla y menos lo que representaba la conformación ni siquiera de un batallón, por lo tanto debía Belgrano enseñarles todo tipo de táctica cuando el enemigo estaba solamente a un paso de invadir lo que hoy es argentina.
Belgrano habla en sus memorias sobre lo que encontró a su llegada …1500 hombres sobrevivientes de la guerra, un poco menos de la mitad maltrechos, heridos y enfermos, 600 fusiles, 25 balas para cada uno y los demás armados con chuza y lanzas, ese era el famoso “Ejército del Norte” y sobre todo un disloque total con referencia a la sobriedad de un verdadero ejercito.
Y Belgrano no se amilanó, miró, semblanteó, observó y sin ningún tipo de malicia le escribió A Rivadavia “…siempre me toca la desgracia de que me busquen cuando el enfermo ha sido atendido por todos los médicos y lo han abandonado. ¿Se puede hacer la guerra sin gente, sin armas, sin municiones, sin pólvora siquiera? Usted me ha ofrecido atender a este ejército, es preciso hacerlo y con la celeridad del rayo, NO POR MI, , PUES AL FIN MI CRÉDITO ES POCO, SINO POR LA PATRIA” Y Rivadavia actuó como siempre, se había sacado de encima a Belgrano, desentenderse de él costaba poco y dejó al Prócer solo, el negocio estaba en Inglaterra y posteriormente los eruditos estafadores de la historia actual le regalaron “ el sillón de Rivadavia” y “ la calle más larga del mundo”, aunque la patria se hiciera “bosta”.
El gran Belgrano no se amilanó y se hizo cargo del fantasmal regalo de Rivadavia y lo consiguió con lo único que tenía a mano, su honradez y su apego a la libertad de su Patria, y no hubo nadie que se opusiera, pobladores con dinero, gauchos, mujeres guerreras, mucho Pueblo, como siempre poniendo el pecho a pasar de la hambruna que los invadía y Belgrano comenzó a entregar terrenos para sembrar hortalizas y mientras laboraban la tierra los sobrantes se vendían y así el dinero asomaba a las arcas vacias.
Mientras tanto, Rivadavia y los suyos se rascaban las bolas en Buenos Aires tratando de reforzar la idea del partido que posteriormente se conocería como Unitario y que tanto mal le haría a los Pueblos Unidos de América del Sur y por consiguiente a la Argentina.
Fue tal la seriedad de Belgrano que no solamente hacía valer la disciplina militar, sino que hasta echó al obispo por estar ligado a un jefe realista con el cual se intercambiaban correspondencia, otros de los enemigos del general eran las familias de alta alcurnia a los cuales les nombraba como “los desnaturalizados” que a posterior 150 años después fueron la oligarquía enemiga de Evita desde 1944.
Pero el día llegó sin que pudiese terminar de organizar a las provincias norteñas a las que le entregó toda sus saberes concebidos en el tiempo, no hay que olvidar que Belgrano no solamente era Abogado, también tenía amplios conocimientos en lo que era la economía, pero la acción que se acercaba inexorablemente fue la culminación de una mente preparada para realizarla y la convicción en general era que Manuel Belgrano era el verdadero y único conductor de la región.
Nadie dijo nada, al contrario, todo el mundo se puso a las órdenes del General, la resolución de abandonar todo el territorio dejando solamente la tierra completamente arrasada fue entendida por todos, para tener en cuenta cual era el concepto y la significación de tremendo éxodo fue no dejarle ningún tipo de hierro que sirva a los godos para elaborar un arma.
Campos con hortalizas recién sembrados, algunos bastantes crecidos, ranchos, animales, cercas nada quedó en pie en Jujuy, fueron cinco días de largo transitar, 250 kilómetros donde quedó expresa la valentía de un pueblo que a pesar de alejarse se acercaba al triunfo final, y llegaron a Tucumán y ahí se plantó Belgrano y urdió la gran batalla a pesar de los consejos de Rivadavia y sus subordinados, y los jujeños junto al pueblo tucumano les hizo frente a Pío Tristán y sus godos y Belgrano triunfó y los siguió hasta Salta y los volvió a vencer en contra de los parlanchines porteños que auguraban una derrota, y Belgrano también se cansó de tanta inmundicia de Rivadavia escribiendo “…digan lo que digan los hombres sentados en sofás o sillas muy bonitas que disfrutan de comodidades, mientras los pobres diablos andamos en trabajos a merced de los humos de la mesa que cortan, tasan, destruyen a los enemigos con la misma facilidad que empinan una copa”.
Por estas acciones a Belgrano le regalaron 40.000 pesos que donó para construir escuelas, la última se terminó de construir en el año 2006, “…mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella”, nos dejó escrito el General Belgrano.
Por eso Rivadavia sigue siendo “un reverendo hijo de puta”.
Bibliografía
Felipe Pigna. Pag. 34. Diario Clarín, en un rapto de locura.
José María Rosa. Historia Argentina.
Guillermo S. Mírcovich. La última línea, con perdón a los “reverendos”
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