A 50 AÑOS DEL PASO A LA INMORTALIDAD DEL GENERAL PERÓN
Me acuerdo perfectamente de ese lunes. Cursaba primer año de la escuela secundaria en “El Luján”, el colegio de la Parroquia Cristo Rey del barrio de Villa Pueyrredón de la Ciudad de Buenos Aires. Curas que abrevaban al Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, cuyo mayor exponente era el Padre Carlos Mugica.
A poco tiempo de ingresar al establecimiento, el Hermano Roberto reúne a todas las divisiones en el patio, informa la partida de Perón y declaraba asueto. En el transcurso del regreso a casa me
encuentro con mi madre en la calle Larsen y me abraza y se pone a llorar, lógicamente me contagió. Sin tener conocimientos profundos, a mis doce años me sentía peronista, ya había cantado varias veces.
La Marcha con los pibes del barrio, y habíamos jugado el campeonato (“categoría” infanto juvenil) de las Unidades Básicas de la Zona, como también habíamos en el 73 ido a actos barriales, junto a la comunidad peronista de la Circunscripción 27 de entonces. En casa nos pusimos a ver a la televisión, época de cuatro canales de aire. Pura tristeza.
Se anuncia a la noche el velatorio a partir del otro día en el Congreso Nacional. Mi mamá, que había ido al velatorio de Evita con 18 años de edad, esta vez no fue al del General. Estaba paralizada, y lloraba cada tanto. No me acuerdo perfectamente cuanto duró el asueto pero sí que no fue solamente el martes. También me acuerdo del encuentro con vecinas y vecinos compañeros en una especie de consolación mutua. Y con exacta precisión de los gorilas de la cuadra que “extrañamente” esa vez mostraron respeto. Mi casa era
una casa humilde. Como se diría en términos actuales, hogar de pocas oportunidades. Y estoy
profundamente convencido que mi educación es fruto de la movilización social ascendente que pregonó
e hizo Perón. Y los peronistas somos agradecidos.
50 años ya, increíble. El magisterio de Perón, basado en una “filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista”, tiene respuestas para los momentos que estamos viviendo. Esta solemne fecha, el acontecimiento y no tanto la coincidencia cardinal, nos debe una profunda reflexión como peronistas. Y lo que puede sonar antiguo para la “intelligentzia” sigue vigente: VOLVER A PERÓN ES REANUDAR EL CAMINO DEL FUTURO.
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