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Carta al Gral. D. Adolfo C. López (30-10-1968)

Madrid, 30 de Octubre de 1968.

Señor Gral. D. Adolfo C. López

Buenos Aires

Mi estimado General:

Por mano del amigo Osvaldo Morales he recibido su carta del 15 próximo pasado que tengo el placer de contestarle. Me encanta leer su propósito de ofrecer su contribución a la solu­ción de los problemas del país porque pienso que los argentinos, desde hace trece años, han hecho muy poco por lograr tan im­portante objetivo y porque es preciso que todos nos persuada­mos de la necesidad impostergable de "poner el hombro", ante la amenaza que pesa sobre los destinos de la nacionalidad.

Leo en su carta la situación imperante, que el amigo Mora­les me completa en otras informaciones y llego a la conclusión de que los militares están casi en las mismas que los dirigentes políticos: Cada uno por su lado piensa hacer algo, sin percatar­se que mientras no se consiga una unidad de propósitos y de acción, poco será lo que se logre hacer efectivamente, porque Onganía sobrevive, precisamente, como consecuencia de la di­sociación reinante entre todos los que desean reemplazarlo.

La dictadura militar ha podido ser posible (en cumplimien­to del Plan del Pentágono) porque las fuerzas cívicas enfrenta­das se atomizaron para provocar el caos indispensable para que las FF. AA. las reemplazaran. Al no comprender este problema tampoco se pueden apreciar las posibles soluciones. De ahí la insistencia en dividirse y disociarse que caracteriza una política suicida, cuando la única solución está precisamente en lo con- . trario: UNIRSE Y ORGANIZARSE.

No se me escapa al designio de la dictadura militar de procurarse un apoyo popular mediante diversos arbitrios, pero tampoco se me escapan las dificultades que se han de oponer a que lo logre porque soplar no es hacer botellas. Una dictadura militar del tipo de la actual puede soñar con cualquier cosa menos con que pueda contar algún día con un apoyo popular que se note. Aparte de ello ya, ni aún cuando cambiara su po­lítica económica y social, (que no puede hacer) lograría conven­cer a nadie para que la apoyara en el campo político, desde que tiene todas sus fuerzas actuales en contra en ese campo.

Ni la salida a la brasilera, la reedición de la Unión Demo­crática, una dictadura militar tiránica, podrían durar mucho tiempo en estos tiempos, con poco que se hiciera por destruir­las. El destino de cada una de ellas no sería distintos del que le espera al propio gobierno de Onganía. Ya lo dijo Tayllerent: "las bayonetas sirven para todo, menos para sentarse en ellas".

La unión de los dirigentes políticos no se realiza simple­mente por falta de grandeza y desprendimiento de su parte. Parecería que aún es preciso que la desgracia siga azotándolos para que entren en razón o que la supresión biológica cumpla su destino con el tiempo haciéndolos desaparecer.

El amigo Morales ha conversado largamente conmigo sobre los diversos aspectos de nuestros problemas y lleva un memo­rándum con mis puntos de vista. El podrá, de viva voz, infor­marle sobre mi mejor disposición para entendimientos que se inspiren en la necesidad insoslayable de oponer un frente uni­do a la acción que, con unidad de concepción y de acción, pue­da realizar la actual dictadura militar. Creo que ese es el co­mienzo del camino que se debe seguir y no habrá nada que yo no haga, dentro de mis posibilidades, porque tales propósitos

se logren.

Morales le explicará en detalle cuánto hemos tratado, por lo que creo innecesario abundar en explicaciones que, por otra parte coinciden con cuanto Usted me dice en su carta. Si lo importante es contar con mi apoyo a las ideas por Usted expues­tas, desde ya puede contar con él.

Un cordial y afectuoso saludo.

Firmado: Juan Perón.

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