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Carta al Sr. Osvaldo Maurin (14-03-1965)

Madrid, 14 de marzo de 1965.

Al Sr. Osvaldo Maurin

Nueva York

Mi querido amigo:

He recibido su carta del 23 de febrero pasadj), como asi­mismo las que me remite desde allí del Tte. Coronel Libre­ra, Tte. General Solari y de los Empleados Bancarios y del com­pañero Alonso, y le agradezco su atención como su saludo que retribuyo con mi mayor afecto.

Es indudable que nuestra gente se encuentra en estado de agitación general como consecuencia de cuanto está pasando en la Patria, pero no es menos indudable que no consiguen canali­zar sus inquietudes en una acción de conjunto. Ello es conse­cuencia de la falta de una dirección unificada que sólo se podrá conseguir si todos los peronistas y, en especial los dirigentes, se persuaden de la necesidad de llegar a una absoluta unidad y solidaridad. El punto de partida para lograrlo es que se obre con grandeza y se descarten los intereses personales y de círculo, para dedicarse con fe y entusiasmo a la tarea común de liberar al país del dominio externo y al pueblo de la iniquidad interior.

El problema argentino es el problema del mundo: la libera­ción ¿No pasa lo mismo en Brasil, Colombia, Venezuela, Guate­mala, El Salvador, Nicaragua, Perú, etc., etc.? ¿Acaso lo de Viet- nam no es lo mismo? ¿No lo es también en Polonia, Bulgaria, Hungría, Rumania, etc., etc.? Este mundo occidental, tan mal calificado como "mundo libre", es una descarada simulación de valores inexistentes, un mundo en decadencia, en el que lo único sublime de las virtudes es su enunciado. Los hombrecillos encumbrados que ven el peligro, tiemblan pero no se corrigen. Así vamos marchando hacia el abismo porque otro mundo nue­vo, con valores reales, avanza desde Oriente con la intención de tomar el mando de la Historia. O nos liberamos nosotros o nos liberarán los chinos...Ya el problema no es ideológico como han pretendido ha­cernos creer. El capitalismo unido al comunismo desde Yalta, donde se repartieron el mundo para su dominio y explotación, no dejan otra disyuntiva que un "Tercer Mundo" en una lucha a muerte por la liberación. Tanto al Este como al Oeste de la famosa Cortina esa lucha se generaliza en la actualidad, porque el problema ha pasado a ser el imperialismo comunista al Este y capitalismo al Oeste, respectivamente.

Hace veinte años nosotros, los justicialistas, lanzamos al mundo nuestra "Tercera posición" que aparentemente cayó en el vacío; pero, han pasado los años y hoy más de las dos terce­ras partes del mundo se encuentran inclinadas a seguirla. Así como el Gran Mao encabeza al Asia, Nasser al Africa o De Gaulle a Europa, en tanto muchos millones de hombres de todas las latitudes de la Tierra luchan con igual sentido: por liberación del azote imperialista. Ese es el problema.

Nosotros sucumbimos porque la liberación, en las condicio­nes actuales del mundo, es una tarea de conjunto. Nosotros hici­mos una liberación argentina aislada y rodeada de cipayos, con una gran infiltración interior y no pudimos resistir más de los diez años que duró nuestro Gobierno Justicialista al ataque del mundo exterior. Por eso, en la tarea de liberación que intenta el mundo actual, estamos también comprometidos nosotros y la solución ha de llegar, precisamente, con la liberación de los demás.

Este esquema nos obliga a realizar una tarea cuyo esfuerzo ha de estar en razón directa a la capacidad de liberación del pueblo argentino y a las condiciones en que la liberación se va realizando en otras partes. Si comprendemos esta situación den­tro del panorama de un mundo integrado, comprenderemos también la necesidad de una preparación adecuada y una realización decidida y enérgica. Queda por establecer si el pue­blo argentino es capaz del sacrificio que la misión impone y del esfuerzo que su ejecución presupone.

Hemos impartido, a los órganos de conducción del Movi­miento Peronista, las directivas que, en este sentido, pueden ser más racionales y espero que se puedan realizar, porque ya es tiempo que el Justicialismo sea capaz de conducirse por sí, sin necesidad de tener que recurrir a mí ¡That is the question!, como dirían sus vecinos en Nueva York. Yo he de contestar a los compañeros cuyas cartas me hace llegar, pero como no es posible hacerlo por correo, esperaré a que una persona de con­fianza deba viajar de aquí a nuestro país. Le ruego "que, si Usted les escribe, se lo anticipe. Muchas gracias.

Le ruego asimismo que salude a los amigos y compañeros que se pongan a tiro.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan D. Perón.

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