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Las mujeres que lucharon por la Patria Grande

Es lamentable no conocer nuestra historia y mas deplorable es enterarse de la misma 50 años después de haber finalizado los estudios, primarios, secundarios o terciarios.

No se entiende el porque cuando se debería tratar de encontrar los valores necesarios para compararlos con los del presente preparándose para el futuro, uno tenga que hurgar en libros vetustos o deslizarse por los vericuetos de la web parra hallar los profundos sentimientos de estas mujeres que hace 200 años pusieron en peligro sus vidas y las de su familia para lograr que pensamientos  de independencia tomados de hombres como San Martín, Belgrano o Guemes, por nombrar los más conocidos, lleguen a consumar esa idea de independencia política y económica que llevaban adelante.

Es tal, la actual confusión, que muchos jóvenes argentinos desorientados en sus aspectos emocionales eligen como figuras protagónicas o como ejemplos a seguir, a elementos delineados en protagonismos extranjeros porque sus ideales no fueron formados a tiempo, por lo tanto desarrollaron su ímpetu en buscar o exteriorizar su búsqueda en personajes que muchas veces no tienen el valor cultural de lo propio al acerbo nacional y popular, por ello tejen infinitas conductas que no siguen los cauces patrióticos que nos legaron numerosos héroes de nuestra nacionalidad, así esta el ejemplo de estas mujeres que hoy rememoramos desde las páginas de PERON…Vence al Tiempo.

JUANA AZURDUY, LA TENIENTA CORONELA de Mario “Pacho” o´Donell

En las cercanías de Chuquisaca nació Juana Azurduy, y tal destino geográfico influyó decisivamente en su vida. Fue hija de don Matías Azurduy y doña Eula­lia Bermudes.

Era niña agraciada que prenunciaba la mujer de la qué mentaríase su belleza. Una contemporánea, doña Lindaura Anzuátegui de Campero la describía así: "De aventajada estatura, las perfectas y acentuadas líneas de su rostro recordaban el hermoso tipo de las transtiberianas romanas (... ) Sabedora de que la hora de combatir le llegaría tarde o temprano, porque su deseo así lo auguraba, Juana ordenaba a sus ayudantes que le fabricaran muñecos de paja con los que luego ella se ensañaba, atacándolos con alguna espada que su esposo había abandonado por mellada e inservible. O los atravesaba con una lanza de larga vara que aprendió a sujetar con fuerza en su sobaco, taloneando su cabalgadura como su padre le había enseñado hacía; ya muchos años jamás olvidaría que había sido debajo de un olmo amarillento apretando los ijares con la punta de los pies hacia dentro, como queriendo juntarlos, para que la mula o el caballo saliesen como si el diablo los llevase(…) Doña Juana, enfervorizada, recorre las tierras de Tarabuco convocando voluntarios para unirse a la lucha por la independencia y por la libertad. Su presencia en los ayllus era tan imponente, encabritada sobre su potro entero y apenas domado, haciendo entrechocar su sable contra la montura de plata potosina, enfundada en una chaquetilla militar que lucía con un garbo varonil que la embellecía como mujer, tan absolutamente convencida de aquello que también convencía a Manuel Ascencio, que llegó a reunir a 10.000 soldados(…) La región en que combatieron los esposos Padilla­ Azurduy, integrante de las Provincias Unidas del Río e la Plata hasta 1825, se extiende desde el norte de Chuquisaca hasta las selvas de Santa Cruz, o sea, la última del contrafuerte andino al oriente, compren­diendo las ramificaciones de la cordillera de Los Fray­les y las serranías de Carretas, Sombreros y Mandinga, por cuyas vertientes corren los ríos de Mojotoro, Tomína, Villar, Takopaya, Tarvita, Limón, Pescado, Sopachuy y otros. Los pueblos principales son Presto, Mojotoro, Yamparáez, Tarabuco, Takopaya, Tomina, Ía Laguna y Pomobamba, pueblos estos últimos que ostentan hoy los nombres de nuestros protagonistas: Padilla y Azurduy. Sin parientes ni amigos, a los 82 años, en medio de la más absoluta pobreza y soledad, Juana Azurduy pasó sus últimos instantes.

 

 

 

JUANA MORO “ La Emparedada” 1785-1874

Nacida en Jujuy, durante las guerras de independencia, lideró en Salta, junto con Doña Loreto Sanchéz de Peón, una red de espionaje femenina conocida como Las Mujeres de la Independencia.

En el año 1814, después de invadir Jujuy y Salta, el Jefe realista, Joaquín de la Pezuela, le informa al virrey del Perú:

«Los gauchos nos hacen casi con impunidad una guerra lenta pero fatigosa y perjudicial. A todo esto se agrega otra no menos perjudicial que es la de ser avisados por horas de nuestros movimientos y proyectos por medio de los habitantes de estas estancias y principalmente de las mujeres, cada una de ellas es una espía vigilante y puntual para transmitir las ocurrencias más diminutas de éste Ejército».

La comunicación, interceptada por los patriotas, es un claro testimonio de la actuación de las mujeres. Una de las que desvelaba al jefe realista era la jujeña Juana Moro de López, delicada dama que humildemente vestida se trasladaba a caballo espiando recursos y movimientos del enemigo.

En una oportunidad fue apresada y obligada a cargar pesadas cadenas, pero no delató a los patriotas. Sufrió el castigo más grave. Cuando Pezuela invadió Jujuy y Salta. Juana fue detenida y condenada por espionaje a morir tapiada en su propio hogar. Días más tarde una familia vecina, condolida de su terrible destino, oradó la pared y le proveyó agua y alimentos hasta que los realistas fueron expulsados.

Fue emparedada a los 29 años, pero murió centenaria. A consecuencia de la difícil situación que atravesó fue su apodo: «La Emparedada».
Fuentes: - La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar



 

MARTINA CÉSPEDES

Durante las jornadas de lucha de las invasiones ingleses, doce soldados ingleses se metieron en la casa de doña Martina Céspedes, madre de tres hijas.

Doña Martina y sus tres hijas los recibieron cordialmente y les sirvieron bebidas con generosidad, hasta que los doce fiesteros ingleses terminaron totalmente en curda y encerrados en una pieza, hasta que fueron entregados a Liniers por Doña Martina. Por la hazaña recibió el cargo de “Sargento Mayor con goce de sueldo y uso de uniforme”.

Según cuenta la historia, en vez de doce prisioneros, Doña Martina entregó solo once, porque según dijo, reservaba el faltante para que se casara con su hija menor.

Fuentes:

- Elissalde Roberto. Historias ignoradas de las invasiones inglesas. p.96 Ed.Indugraf. Bs.As. 2006.
- Cutollo, Vicente Osvaldo. Nuevo diccionario biográfico argentino. T.2.p.278 Elche,Bs.As. 1969
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar



 

MACACHA GÜEMES

Magdalena (Macacha) Güemes de Tejada. Hermana del general Martín Miguel de Güemes, de cuya acción en pro de la independencia fue eficaz colaboradora. Nació en Salta el 11 de diciembre de 1787 y era hija de María Magdalena Goyechea y de la Corte y Gabriel Güemes Montero, tesoro de la Real Hacienda. Recibió la educación habitual para las mujeres de su época y oposición, pero poseía cualidades propias que le permitieron descollar en un medio rico en mujeres de personalidad.

El 24 de octubre de 1803 se casó con Román Tejada, perteneciente a una antigua familia de Salta.

Poco después de la Revolución de Mayo, convirtió su casa en taller para confeccionar ropa para los soldados de la partida de observación organizada por su hermano. A partir de entonces fue su más entusiasta colaboradora, y supo sacar partido de su inteligencia y su posición para desempeñar tareas arriesgadas, especialmente cuando los realistas ocupaban la ciudad de Salta y Güemes los combatía por todos los medios.

Dotada de habilidad política, la puso al servicio de su hermano en los momentos difíciles, como en 1815, cuando gracias a sus gestiones se llegó a la paz de los Cerrillos, luego de la delicada situación surgida entre Güemes y las fuerzas de Buenos Aires al mando del general Rondeau. Güemes se encontraba con ella cuando una partida realista lo atacó e hirió, en Salta, el 7 de junio de 1821, causándole la muerte en pocos días después. Macacha continuó participando en los sucesos políticos de la provincia, con la audacia que la caracterizaba.
Fue muy querida por el pueblo debido a la generosidad con que ayudaba a los necesitados.
Falleció en Salta el 7 de junio de 1866.

Fuente: Diccionario Biográfico de Mujeres Argentina, de Lily Sosa de Newton. Plus Ultra.

www.lagazeta.com.ar

 

 

 

 

PEPA LA FEDERALA Documento
 

El siguiente documento de 1844, da cuenta de las acciones y vicisitudes de Pepa la Federala:

¡VIVA LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA! ¡MUERAN LOS SALVAJES UNITARIOS!

Buenos Aires, Marzo 19 de 1844. Año 35 de la Libertad, 29 de la Independencia y 15 de la Confederación Argentina.

La alférez graduada de Caballería, doña Pepa la Federala: Solicita el ajuste de sus sueldos, haciendo una breve reseña de sus servicios y acciones de guerra en que se ha hallado, citando varios jefes para los efectos consiguientes y obtención á las gracias que la munificencia de S. E. ha sabido acordar al ejército,

Excmo. señor:

Doña Josefa la Federala, Alférez graduado de Caballería, ante la justificada integridad de V. E., con mi mayor respeto digo: Que habiéndome hallado en la acción de Chascomús á las órdenes del señor General don Prudencío Ortiz de Rosas, y de allí en Marzo de 1840 en Entre Ríos a las órdenes de aquel General en jefe don Pascual Echagüe, llevando en mi compañía 26 hombres voluntarios á mis órdenes, vecinos de Ranchos Blancos; que en mi marcha tomé un bombero de los salvajes, que presenté al gobernador, salvaje hoy día Mascarilla, y de allí me incorporé al mencionado ejército de Entre Ríos, habiendo sido agregados dichos 26 hombres al núm. 2 de Caballería de Buenos Aires, quedando yo en la escolta de aquel General en Jefe. Fuí bombera voluntaria y entré en la trinchera del salvaje Lavalle, donde fuí tusada del salvaje Benaventos y sentenciada á muerte por el de igual clase Pedro Díaz, teniendo la suerte de escapar y reunirme al Ejército Confederado, hallándome en seguida en la batalla de Sauce Grande, cuyos testigos cito en esta Capital, que pido á V. E. certifiquen: el Coronel graduado don Antonio Félix de Meneses, y el que era comandante del Batallón Entre Riano, sargento mayor don jacinto Maroto, hallándome desempeñando las funciones de Posta, quedé herida en la batalla, y salvé por una partida del núm. 2 en comisión, recogiendo heridos, que como yo, éramos 70 ú 80, y conduciéndonos a la Capital del Paraná, a las órdenes de Don José M. Echagüe, quien me prodigó todos los auxilios necesarios; cumplidos diez días supliqué al Excmo. señor Presidente Oribe se dignase llevarme en su compañia, aunque muriese en el camino, lo que conseguí y fui conducida a San Nicolás, dejándome dicho Excmo. señor en casa del comandante Garretón para curar de mis heridas, pero sabiendo que mi Coronel Don Vicente González se hallaba acampado en el Arroyo del Medio, me olvidé de mis heridas y haciendo un carguero de jabón conchavando dos peones envié innumerables partidas de salvajes que salían de San Pedro, teniendo la dicha de incorporarme a mi coronel, el que siguió con el Presidente Oribe y por consiguiente me hallé en la acción de Quebracho Herrado y sin sanar de las heridas me hice cargo del Hospital de Sangre, y sucesivamente en todas las demás acciones cual fue la del Monte Grande en Tucumán; y por último, de regreso, en la de Coronda y Santa Fe; siendo después nombrada por el señor Presidente Oribe ayudante 149 del Hospital de Sangre, hasta que vine a esta Capital.

Excmo. señor, desde el año 1810 sirvo a la Patria con el mayor desinterés.

Viuda del Sargento Mayor Don Raymundo Rosa, que murió de diez y ocho heridas en el campo de batalla en la Cañada de la Cruz a las órdenes del Señor General Soler, la posición triste en que me encuentro, de tantas vicisitudes de la guerra, me pone en la precisión de implorar del Padre de mi Patria, por lo que humilde suplico se digne ordenar sean hechos mis ajustes por la contaduría y opción a los premios que V. E. tiene conferidos al Ejército, para poderme reponer de mi salud y estar pronto y de centinela contra todos los salvajes que quieran envolvernos en su inmunda rebeldía a cuya gracia quedaré eternamente reconocida.


Fuentes:

- Ramos Mejia, José María. Rosas y su tiempo.Orient.Cultural Editores,1952.
- Chavez, Fermín. Juan Manuel de Rosas. Su iconografía.Edit.Oriente, 1970.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

 

 

 

Cinco mujeres, cinco casos diferentes, cinco veces la Patria por delante, cinco luchas por la Independencia y la soberanía, hay cientos de casos como estos y cientos de remeras estampadas con las caras equivocadas como nuestra juventud, de ellos no es la culpa, por delante esta la lucha por cambiar nuestra docencia, porque como el que escribe demuestra su preocupación, otros lo pueden hacer. La lucha por la Independencia de nuestra Patria comenzó hace 200 años y la inició Don José de San Martín, hace 170 años la lucha por la soberanía nacional la comenzó Don Juan Manuel de Rosas y hace 65 años el Coronel Perón nos enseñó que es la justicia social. Estos cinco casos nos ilustran y nos muestran un camino. Querían una patria mejor para sus hijos y sus nietos. No te quedes en casa y menos comprarte una remera equivocada.

 

Querido hermano: Tampoco te olvides de leer a Evita, entonces vas a entender lo que significa ¡¡LIBERTAD!!

 

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