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Carta a Ricardo Rojo (02/08/1968)

Madrid, 2 de agosto de 1968

Señor Don Ricardo Rojo
Buenos Aires

Estimado amigo:

Al terminar de leer su interesante obra "Mi amigo el Che" deseo agradecerle la amabilidad de habérmelo enviado y dedicado: ha sido un verdadero placer su lectura. Esta relación histórica complementa admirablemente el contenido del "Diario del Che Guevara" publicado por el Gobierno Cubano y da una idea real de los dolores y sacrificios de todo orden que este extraordinario hombre ha debido soportar en su agitada vida de revolucionario.

Sin cuánto usted nos informa de su paso por el Congo y muchas otras circunstancias, no sería fácil comprender que un hombre ya fogueado y experimentado en la guerra de guerrillas se haya encontrado en Bolivia en una situación tan precaria de medios y preparación. La "guerra de guerrillas", al contrario de lo que algunos suponen, es más vieja que "mear en los portones", pues se practicaba ya en gran escala en la época de Darío II. Desde entonces, hasta la Segunda Guerra Mundial de 1938-1945, no ha dejado de ser en algunos sectores y circunstancias, la forma de lucha. Pero, como forma de guerra, tiene sus exigencias originales, según sean las condiciones que la situación presenta. La empresa de Ernesto Guevara era, a la vez que temeraria, casi suicida.

Yo, como profesional, he estudiado profundamente la guerra en la selva y he sido el creador del "Destacamento de Montes" que actualmente tiene guarnición en Manuela Pedraza, precisamente cerca de donde el Che tuvo que desarrollar sus tremendas operaciones, sin más medios que su extraordinario valor personal y la firme decisión de vencer que le animaba, como hombre de una causa. Sin embargo, cuando se opera contra las fuerzas regulares especialmente preparadas para esa clase de lucha, tales virtudes no son suficientes; es preciso, por lo menos, contar con algo seguro en cuanto a fuerzas y medios de subsistir en medio tan inhóspito.

Pero, pese a todo, yo creo como usted, que el sacrificio del Comandante "Che Guevara" no ha sido en vano: su figura legendaria ya ha llegado con su ejemplo a todos los rincones del mundo y muchos anhelarán emularlo. Es que esta clase de sacrificios no sólo valen por lo que hacen, sino también por el ejemplo que dejan para los demás. Hasta su muerte, por la forma miserable en que se ha producido, ha tenido la virtud de mostrar claramente con la clase de bárbaros que ha tenido que vérselas.

Yo soy de los que piensan que, así como no nace el hombre que escape a su destino, no debiera nacer el que no tenga una causa para servir, que justifique su pasaje por la vida. Guevara ha sido el hombre de una causa y eso es suficiente para colocarlo en la Historia con valores propios e imborrables. Por otra parte, combatir con éxito o sin él contra el imperialismo, ha sido en todos los tiempos un sello de honor para los hombres libres y eso nadie lo podrá borrar del epitafio que Guevara tiene sobre su tumba incierta en el espacio, pero tremendamente verdadera en el tiempo.

Le agradezco nuevamente su gentileza y le felicito por su libro tan instructivo para la juventud como útil para todos nosotros.
Un Gran abrazo.

Juan Perón

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