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Carta a John W. Cooke (03-11-1966)

Caracas, 3 de noviembre de 1966

Señor Dr. D. John W. Cooke,

Buenos Aires.

Mi querido amigo:

Después del largo silencio impuesto por las circunstancias he recibido su larga e interesante carta que me ha traído la alegría dé saberlo bien de salud y de inquebrantable entusiasmo, pese a las infa­mias de la canalla dictatorial.

He leído con todo detenimiento sus comentarios, que me afirman en mis propias convicciones, pues los comparto en absoluto. Las venta­jas de nuestra común doctrina se evidencian aquí pues de un mismo modo de ver, fluye una manera similar de apreciar y de ésta un modo común de resolver. Estoy total y absolutamente de acuerdo con lo que usted me dice pero, lo curioso es que, su padre me habia escrito una carta y remitido un resumen de la situación del país, que él escribió antes de conocer su carta, que coincide en absoluto con lo suyo. Yo, por mis numerosas informaciones, de las más variadas fuentes, llego a lo mismo. Con todo ello, no tengo la menor duda, que nuestra informa­ción es buena y el hombre procede tan bien, como bien informado esté. Bastará ahora que nos falle el criterio. Espero que no.

En su carta usted me expone primero el panorama político de los adversarios, luego el de las organizaciones obreras y finalmente el de los peronistas. En su contenido sus informaciones y las del doctor Cooke, coinciden en absoluto. Como lo habíamos previsto los dieta-dores entraron en el Gobierno como un elefante en un bazar. Con su torpeza lo desequilibraron todo y luego pretendieron equilibrarlo mediante la violencia. Así llegaron a las masacres y los fusilamientos. Los resulta­dos no pudieron ser más monstruosos. La situación en un año de dicta­dura, se ha transformado en una cruel tiranía con una natural una­nimidad en contra. Sólo los acompañan algunos marinos sin escrúpulos, otros políticos sin votos y el odio intenso de sus conciudadanos.

Un problema de opinión sólo puede resolverse con la opinión, la fuerza puede posponer la solución, pero no lo puede resolver. Desde que el estado permanente de un país no puede ser la revolución, cuando esa fuerza se opone al pueblo, termina por descomponerse y sucumbir. Por eso la dictadura militar es un "gobierno de fuerza" que podrá ser duro pero que es frágil. Sólo el gobierno del pueblo es un "gobierno fuerte". En este año de persecuciones inauditas, de torturas sin nombre a los ciudadanos, de atropellos a la propiedad y al derecho, de violación de todos los principios y preceptos constitucionales y legales mediante el empleo de la fuerza, la dictadura no ha hecho sino agravar los problemas existentes y crear innumerables conflictos que ante» ni siquiera existían.

Las organizaciones políticas han entrado en un tren inusitado y en una carrera desenfrenada hacia las ambiciones de dominio. Me­diante esto, han provocado la división de los partidos existentes y han dado nacimiento a otros anacrónicos que sólo se explican por la existen­cia de algunos ambiciosos, decididos a sacar ventajas con la ayuda de la dictadura, de la que se han declarado incondicionales. En tanto el pueblo, observa con excepticismo, no exento de sorna, cómo nacen las neoformaciones políticas.

La dictadura creyó que el problema de la política argentina se resolvería de acuerdo con los cánones usuales en tales casos de con­flicto y, de acuerdo con ello, al ocupar el poder se dedicó a calumniar al Jefe del Movimiento Peronista, lanzando las más inverosímiles fal­sedades porque creía que, desprestigiada el jefe de un movimiento gre­gario, mediante la intensa propaganda, dicha organización desapare­cería. Así destruyeron los monumentos del Justicialismo, quemaron en las calles sus libros y decretaron que serían punibles hasta con seis años de cárcel y multa hasta un millón de pesos los que tuvieran en su poder literatura peronista, retratos y signos del "régimen depues­to". Para un militar o un marino, aquello era una cosa de cuartel o de barco, que, ordenado un acto y amenazado con quince días de calabozo quien no lo cumpliera, todo estaba resuelto pero, el pueblo no era un soldado y la Nación no era un buque y, todo les salió al revés. El adoc­trinamiento de diez años y la organización, habían reemplazado al cau­dillo y habían convertido a la masa gregaria en una organización ins­titucional sino totalmente, por lo menos en una parte. Pudieron destruir los monumentos, los signos y la literatura pero, lo que no les fue po­sible desterrar fue lo que el Justicialismo, durante diez años había inculcado, con la prédica y las obras, en el corazón de muchos millones de argentinos, antes desilusionados y amargados por la injusticia y la concupiscencia de los poderes públicos y privados de la oligarquía.

Por eso, la dictadura militar, se siente hoy defraudada y sin salida. Quiere salvar el cuello que ha puesto en peligro mediante la siembra del odio y del deseo de venganza y, desesperada, no atina sino a ma­tar, sin darse cuenta que, con ello, lejos de resolver su problema, lo agrava. Forma la Junta Consultiva de políticos sin votos porque cree que ellos representan algo pero, a poco andar, se da cuenta que sólo se trata de unos cuantos "animales sagrados". Con los más obsecuentes pretende formar un partido, mediante el cual puedan tentar un go­bierno continuista que le cubra las espaldas pero, no tienen gente ni siquiera para simular una elección que les permita hacer el fraude porque los radicales se dividen y parte de ellos se ponen enfrente. Con ellos quedan en la más absoluta orfandad.

Las huestes de Lonardi, fallecido oportunamente para la dieta-dura, han pasado sin más a la oposición, capitaneadas por Amadeo y Bengoa que antes traicionó al Gobierno Constitucional y ahora se prepara para hacerlo con la dictadura de la que también forma parte. Esta agrupación nacionalista compuesta por clericales y oligarcas, pre­tenden hacer una revolución a los "gorilas" para luego, desde el Go­bierno, hacer lo mismo que tratan de hacer los actuales dictadores, pero, hay un pequeño detalle: no son capaces de hacer una revolución.

La agrupación política del Radicalismo Intransigente, dirigida por Frondizi, forma "rancho aparte" proclamándolo candidato para la Presidencia en las prometidas elecciones de 1957. Ese es su fundamental error, porque no habrá tales elecciones. La dictadura las ha prometido para acallar las protestas de sus propios secuaces pero, como en esas .elecciones no habría solución para ellos resolverán, mediante poster­gaciones sucesivas, dejarlas para las "calendas griegas".

Entre tanto, esta etapa de la política argentina ha tenido la virtud de obscurecer más el panorama: las fuerzas políticas se han "atomi­zado" siguiendo los divisionismos de todos los ambiciosos que se suman por miles en la actual política argentina, ya que cualquier "Cacaseno" se siente ahora candidato. La consecuencia es que, el treinta por ciento del electorado corresponde a toda la oposición del peronismo, y estará dividida en siete u ocho partidos. En otras palabras: eran débiles y, para ser más fuertes, se han dividido.

Al declarar fuera de la ley al Movimiento Peronista, nos han hecho el más amable servicio, que compensa en parte el despojo de habernos robado todos los bienes, pues nos han mantenido fuera del aquelarre de las ambiciones y ha sido posible mantener la organización clandestina, más pura y más fuerte que antes. La prisión de algunos dirigentes políticos y gremiales nos ha permitido liberarnos de los ado­cenados y reemplazarlos por dirigentes jóvenes y activos, que han sabido "sobrevivir" a las miserias y que serán una inyección de sangre nueva para la nueva lucha. Así, mientras la dictadura asiste a la descomposición de sus fuerzas políticas y militares, a la disensión in­terna de sus componentes, al caos económico y social que sus incon­sultas medidas provocan, a la resistencia del pueblo escarnecido y tira­nizado, el Peronismo trabaja incansablemente por su organización en todo el país, seguro de que en la hora de las decisiones, tranquilas o violentas, el que posea una masa organizada y disciplinada, será quien diga la última palabra. Por eso, he recibido la insinuación de Frondizi» (por intermedio de Perina) para hacer una alianza de "buena vecindad" en cual nosotros seríamos los buenos y ellos los vecinos: apor­taríamos los votos y ellos la tolerancia de la dictadura. Pero, el pueblo no acepta esos "chanchullos" sino que quiere sentir "tronar el escarmiento. No se trata para nosotros de dar soluciones a los caudillos políticos sino de cumplir la voluntad del pueblo, resolver sus problemas y alcanzar sus objetivos. Esa es la diferencia que hay entre los políticos viejos y nosotros, cosa que muchos no han comprendido.

Si algunos dirigentes peronistas defeccionaron en la derrota, muchos millones de peronistas leales permanecieron firmes en la defensa de la causa. La caída ha servido para purificar el movimiento, inten­sificarlo y extenderlo. Los malos e incapaces se han eliminado, para pasar a "merodear" entre los "gorilas". La realidad es que la masa ha superado a los dirigentes. Este es el hecho más característico del momento actual argentino y quien no lo perciba está condenado irre­misiblemente al fracaso. Tiene la fuerza de un aleaje, tal vez lento, pero incontenible. Ya lo decían ustedes mismos: su fuerza, como una conmoción subterránea, es notada por todos, pero no todos advierten su origen y su trascendencia. Es que, paralelamente a la reacción san­grienta y usurpadora del 16 de setiembre, luego del primer momento de asombro y atonía del pueblo, fue surgiendo "desde abajo" un estado de insurrección popular con características, modos y procedimientos inéditos en la historia nativa y cuya comprensión y proyección escapan, desde luego, a las mentes habituadas únicamente a los procesos conocidos, e incapaces, en consecuencia, de captar los hechos nuevos.

Este estado inédito de las masas, lógicamente, no podrá ser ma­nejado ni contenido con los métodos clásicos. He aquí la razón porque los viejos dirigentes, tanto políticos como gremiales, cualquiera sea el bando en que actúan, o son incapaces o han sido desplazados. Así se explica también que la totalidad de los dirigentes que real y efectivamente se encuentran ahora a la cabeza de las nuevas formaciones peronistas y trabajadoras insurreccionales, son casi todas fi­guras que actuaban en segundo plano. Ellos también han surgido "des­de abajo". El origen del estado actual es la obra de "politización" que la doctrina peronista ha realizado en las masas peronistas populares. Nada hay más anacrónico en los planes y las posiciones de algunos dirigentes y antiguos jerarcas desconectados en absoluto del sentimien­to popular y del "hecho nuevo" que no han podido captar, ni ver, ni comprender.

La fuerza del peronismo radica en que, su línea intransigente, fren­te a unos y a otros, está en la propia naturaleza del desarrollo histó­rico, en tanto las otras tendencias sólo viven y pueden obrar en el plano estrictamente político. Sus éxitos sólo pueden ser éxitos políticos, sin la gravitación ni la permanencia del quehacer histórico. Y, por ser éxitos meramente políticos, su signo en el tiempo y en espacio, es la fugacidad. El quehacer político sólo puede adquirir vivencia cuando tiene como sustento la línea histórica. En épocas de normalidad, es fácil confundir la importancia del hecho político que adquiere así fal­samente categoría permanente, pero, existen períodos de la vida nacio­nal, en los que está en juego su propio destino, en que el quehacer his­tórico es el dominante. Estos períodos están señalados por la presen­cia de los "hechos nuevos".

Por eso los antiguos dirigentes gremiales, políticos y militares, cualquiera sea el bando en que actúan, están fuera de la proyección histórica: los del elenco de la tiranía, por la propia naturaleza de su proceso están condenados irremisiblemente; el conglomerado político por su parte, en cuanto a dirigentes, ha sido superado por la dialéc­tica de los hechos. En definitiva puede asegurarse, sin dogmátismos ni prejuicios,, que unos y otros no han percibido las condiciones en que se está desarrollando este modo de la vida nacional. Tanto es así, que todos ellos, los católicos nacionalistas en sus varios matices, los neoperonistas (de peronismo sin Ferón), los bengoístas y los grupos militares detrás del último golpe de estado, constituyen simplemente la réplica y el reverso, pero con los mismos módulos del elenco de la tiranía. Es natural entonces que, a los medios y procedimientos de i la tiranía, oponga el arbitrio simplista del manotazo militar, del golpe K- de estado. Un recurso que, además de no ser precisamente infalible, I tiene el grave inconveniente cuando fracasa, de provocar y explicar 1 las medidas más extremas de la reacción e imponer al pueblo una terrible contribución de sangre. Pese a sus características bélicas, el golpe de estado, sin embargo, no deja de ser un procedimiento polí­tico. En esta hora argentina, sólo la insurrección nacional es el he­cho histórico.

Esta situación política comienza, sin embargo, a ser penetrada por algunos equivocados que se apresuran a "mojarse en las aguas del Jordán". Hace una semana me visitaron dos dirigentes gremiales asilados en Montevideo (Cabistain —tesorero de la C.G.T. y Cardillo — Secretario de los Gráficos) quienes querían (después de un año) recibir mis orientaciones. Regresaron con nuestra orientación, vere­mos si la cumplen. Pocos días después recibí una carta de Colom, en la que acompaña una comunicación del dirigente, también exilado en Montevideo, José L. García —del gremio de la Carne y que fue Intendente de Avellaneda— quien me hace la defensa de la C.G.T. Ne­gra (Junta de Emergencia de la C.G.T.) compuesta por: José Agarrabere. David Diskin, Ernesto Escalada, Pierini, Eusebio Rodríguez, Pantaleón Petrof, Alfredo López, Salvador Zuccoti, Andrés Framini, Juan de Dios Bases, Miguel Ruso, Humberto Mandreoni y Julio Borrego.

Según se me informa, en esa carta, esta Junta de Emergencia habría trabajado por conservar la organización y defender, dentro de lo posible, conquistas obreras, pero transando y conversando con la canalla dictatorial y los políticos que los apoyan. Es decir una posición transaccional opuesta a nuestra posición intransigente. Como es natural, pensando que aún esta gente puede ser útil no he querido decirles la verdad de lo que de ellos se piensa en nuestro Mo­vimiento y les he contestado lo siguiente:

Enterado de las elecciones gremiales y de la acción que la Junta de Emergencia de la C.G.T. ha desarrollado, debo confesar que es la primera vez que se me hace llegar una información de ese matiz, pues hasta ahora no había sentido ni recibido sino informes peyora­tivos referentes a este organismo que lo imaginaba de dirigentes aco­modaticios, sin decisión de lucha, sólo capacitado para defender la situación de algunos dirigentes que, habiendo perdido la mística pe­ronista, se dedicaban a tratar de no perder su situación personal en el movimiento sindical al amparo de los "gorilas". Ese es el panora­ma que me había formado de esa Central Obrera de Emergencia.

Es indudable que su posición es difícil frente a la dictadura y frente a la masa. A la primera porque estará siempre sindicada co­mo peronista y a la segunda porque actuando con los enemigos es­tará siempre sospechada de falsa posición con respecto al Movimiento Peronista que actúa en franca rebelión. Yo comprendo la situación de la Junta de Emergencia, pero no sé si todos la comprenderán igual. En este momento la masa peronista se encuentra organizándose en la clandestinidad con fines de insurrección en todo el país. Su posi­ción es firme y aun, los que no se encuentran aún ligados a los orga­nismos clandestinos (comandos) se sienten inclinados a la resisten­cia en distintas formas, esperando lo que ha de ocurrir irremisible mente. Poco a poco se van coordinando las acciones y las nuevas formaciones en todas partes, en las que prima la decisión de actuar en el sentido insurreccional. Sería lamentable que la Junta de Emergencia no estuviera con las masas en esa posición porque todo su trabajo podría ser mal interpretado. Creo que la Junta de Emergencia debe tomar contacto con las formaciones revolucionarias en todas partes a fin de no tener políticamente una falsa posición que le sería perjudicial.

Numerosos dirigentes de "nuevo cuño" han surgido en toda;' partes y es necesario que la Junta se ponga en contacto con ellos que serán los futuros dirigentes del Movimiento Obrero. Es indudable que de esta emergencia ha de salir una nueva estructura pues aún cuando la masa es peronista pura y firme, los dirigentes e> algunos casos han defeccionado y, en consecuencia, han perdido a* predicamento. Se puede saber que los dirigentes socialistas que pretenden dirigir a la masa obrera no encontrarán eco allí, pero no podemos saber si nuestros dirigentes antiguos representan algo ya en esa masa, como para confiar en su dirección. Por lo menos mientras dure la prisión de los dirigentes es necesario corregir los errores. En la masa se dice: ¿por qué están presos los dirigentes peronistas? y se pregunta ¿por qué no están presos los otros? Ello «s ayudado por las ambiciones de los nuevos dirigentes que desean des­plazar a los otros.

Para evitar estas cuestiones es necesario embanderar en la lucha activa a todos los trabajadores y a todos los dirigentes que, teniendo un enemigo al frente, olvidarán las pequeñas rencillas e intereses domésticos para meterse enteros en la acción subrepticia de la resistencia, donde encontrarán aliciente para seguir unidos hacia adelante. Yo no he creído tanto en la resistencia muy activa, sino en la resistencia como acción de desgaste de la canalla dictatorial y co­mo una forma de impulsar a la masa a la organización y encuadramiento, mantenerla unida e informada, porque el hombre se organiza mejor para una acción inmediata que si se trata de algo lejano.

Es indudable que lo que cada peronista debe hacer en este momento es organizarse para mantener el Movimiento intacto, la forma í es la clandestinidad porque, como los peronistas saben que de otra manera no se pueden organizar, desconfían de todo lo que no sea clandestino. Yo creo y así lo he anotado en las Directivas e Instruc­ciones, que toda organización que propenda a mantener unido al Pe­ronismo y organizado al Movimiento, es conveniente y debe ser apo­yada, en cambio hay que repudiar a todo dirigente que pretenda me­drar personalmente con la representación que ejerce. Trabajamos para las soluciones del Pueblo y no para las soluciones de los hom­bres. Al pueblo sólo le serviremos haciendo que sus objetivos se cum­plan y su voluntad se obedezca. No se concibe un dirigente peronista u obrero que, en este momento, en que peligran todas las conquistas de diez años de lucha, desee obtener predicamento o representación a base de transar con la canalla dictatorial, adjurando contra la jus­ticia social, la independencia económica y la soberanía nacional. No se puede pensar en la solución política circunstancial.

Algunos "angelitos" piensan en la posibilidad de la "pacificación", pero sus móviles no son los que persigue el pueblo, que sólo anhela soluciones definitivas y estas soluciones definitivas no pueden venir, en forma alguna, cediendo terreno a las imposiciones de los parti­dos políticos que, en último análisis, fueron los culpables reales de los fusilamientos y las masacres de ciudadanos y obreros. Yo tam­bién era pacifista hasta el 9 de junio pero, después de los crímenes cometidos por los tiranos, apoyados por los partidos políticos, ya no tengo esperanzas que esto se pueda solucionar sino en forma cruenta.

El odio y el deseo de venganza que estas alimañas han despertado en el pueblo, saldrá algún día a la calle convertidos en fuerza motriz y solo después será posible pensar en pacificación y unidad del pueblo argentino. Pensar de otra manera es desconocer la historia y sus valiosas lecciones que se escalonan a lo largo de todos los tiempos.

Por eso, estar hoy fuera de la posición de lucha insurreccional es estar fuera del panorama real que vive el país y de toda proyección histórica. Las consecuencias de esta falsa posición no puede ser otra para un dirigente que el repudio de la masa.

Yo veo coincidir las necesidades nacionales, los objetivos del pueblo y el estado anímico de las masas y, cuando estas tres circunstancias son coincidentes no hay fuerza capaz de torcer los acontecimientos. Debemos evitar que se "cicatrice en falso" porque las consecuencias futuras serán mucho peores. Hay que hacer el sacrificio a tiempo porque, con el tiempo, los sacrificios se multiplican, desde que, la violencia en los acontecimientos, está siempre en razón directa de su tiempo de gestación. Por eso, hay que apurar el desenlace violento, aunque ello parezca un poco cruento. Peor será si se espera. Por eso creo que el pueblo tiene razón, los tiempos dirán si me equivoco.

Les he dado una organización, una doctrina y una mística. He trabajado once años para politizar las masas. Los he preparado para luchar contra la reacción y les he dejado el ejemplo de cómo se puede hacer para alcanzar las grandes reformas. Ahora les queda a ustedes no equivocarse en las formas de ejecución y tener la decisión necesaria para triunfar. Se enfrentan hoy, la reacción apoyada por las fuerzas militares —eternas enemigas del pueblo en todas partes— y el pueblo mismo. Las fuerzas, mediante la represión violenta, impondrán despojos, hasta conseguir los objetivos impuestos por la reacción. Frente a eso, el pueblo debe decidir su actitud. Si es contemplativa, lo perderá todo y deberá en el futuro, como antes, trabajar para que vivan los oligarcas y los capitalistas, mientras los trabajadores deberán debatirse en la miseria, en el dolor y en el sacrificio inútil. Si, en cambio, es activa y combativa hasta el extremo, los reaccionarios y las fuerzas que los sirven pensarán muy bien, si no les conviene transar, para evitar que la ruina los arrastre también a ellos, que son los únicos que tienen que perder. Una actitud decidida del pueblo es lo único que puede salvar a los trabajadores, de una ruina segura. ¿Si el pueblo hace eso, ¿cómo los trabajadores podrían tener una actitud contemplativa en esta emergencia? Las directivas e instrucciones del Partido, impartidas por el Comando Superior Peronista, son bien claras. Si se cumplen, se llegará a una solución. Si no se cumplen, los trabajadores tendrán que lamentarlo toda la vida, pero será demasiado tarde.

Por eso, para nosotros es fácil hacer llegar a la masa política y gremial la palabra de orden ya extensamente difundida por las directivas que, la propia canalla dictatorial se empeña en hacer creer que son apócrifas, porque le tiene un terrible temor a la acción del pueblo y las acciones de intimidación les ha despertado un terror irresistible. Entre los nuestros también, los acomodados, quieren hacer creer a la masa que esas directivas no son nuestras, porque aumentando la lucha y la decisión, los pone entre la espada y la pared, desde que allí también hay para ellos. Los "pajarones'', que aún creen en una pacificación sin revancha, con fines electorales, trabajan para que las directivas no sean creídas por la masa. Todo eso debe ser destruido por nuestra acción: hay que hacer efectiva la resistencia, organizar entre tanto a la masa peronista y llegar a la mejor disposición para obrar con unidad de concepción y de acción en el momento oportuno que no ha de tardar en presentarse. Cuanto más violentos seamos mejor: al terror no se lo vence sino con otro terror superior. La garantía de que nuestras fuerzas se mantengan cohesionadas es precisamente teniéndolas en la lucha activa todo el tiempo. No comparto la idea de que para mantener las organizaciones debemos no emplearlas y mantenerlas alejadas de la lucha porque lo que ganarán en integridad material lo perderán en integridad moral. Así les pasó a los alemanes en la primera guerra que por conservar la marina de guerra en Kiel, terminaron por perder la guerra y los barcos, a la par que las tripulaciones fueron el inicial foco de la revolución que los aniquiló.

Es necesario que hagamos cumplir las directivas y las Instrucciones impartidas al pié de la letra, no sólo porque ellas representan nuestro sentir, sino también porque representan el sentir popular, las necesidades de la Nación y los objetivos que persigue nuestro Movimiento desde hace más de once años. Claudicar ahora, es perder nuestro momento que comienza a llegar. Cualquier debilidad de nuestra parte será interpretada como "aflojada" por nuestra misma gente y podría constituir el comienzo de una "desbandada" que puede sernos fatal. Ahora es cuando debemos exigir y ahora es cuando debemos resistir. Algunos idiotas temen el caso de que se produzca un caos. Las revoluciones como la nuestra parten siempre del caos, por eso no sólo no debemos temer al caos sino tratar de provocarlo, sólo allí el pueblo podrá tomar las cosas en sus manos y cobrarse la tremenda deuda que los "gorilas" han contraído con él. Sin eso, por otra parte, no habrá paz y probablemente la anarquía puede llegar a prolongarse por muchos años, en los que será mucho más peligrosa para la Nación que un caos violentamente provocado que termine con los obstáculos que se oponen a la tranquilidad del pueblo. Si hay que matar sin remedio, es mejor que ello sea rápido y cuanto antes. Quien recuerde la anarquía que sucedió a nuestra independencia y los cientos de miles pasados "a lanza seca" tendrá un recuerdo del reflejo de lo que puede ser una lucha en la actualidad, si esta situación no tiene una salida más o menos rápida.

Nuestra organización, bajo las prescripciones de las "Directivas para todos los peronistas" y las ''Instrucciones Generales para los Dirigentes", debe realizarse en el tiempo. No se puede pretender hacerlo de un día para otro: lo primero que hay que conseguir es que todos conozcan estas directivas e instrucciones, las cumplan y hagan cumplir; lo segundo, que se haga la resistencia en la medida de lo posible, porque aparte de que ella da razón de ser inmediata a la organización, realiza el desgaste de la canalla dictatorial y, ¡0 tercero, que se trabaje sin descanso en la organización y nuevo encuadramiento de la masa, con dirigentes nuevos jóvenes, valientes y) activos. Ustedes allí realizan las organizaciones de los distintos Comandos en toda la República, que se conecten con los comandos de exilados en: Santiago de Chile (Zona Oeste - Mendoza, San Juan, San Luis, Catamarca, La Rioja, Córdoba); en La Paz - Bolivia y Cochabamba - Bolivia (Zona Norte - Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago riel Estero, Córdoba); Zona Nordeste, Comando de Asunción del Para-guay, con Chaco, Formosa, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fé, Misiones; y Zona Este, Comando en Montevideo y Rio de Janeiro, con Gran Buenos Aires, Santa Fé y Entre Ríos. Toda la Patagonia estará conectada con Santiago de Chile, donde ya existen enlaces bien definidos. Los Comandos de Exilados se conectan con nosotros. Asi podremos intercambiar tanto informaciones como hacer llegar directivas e instrucciones. Sin embargo, como es necesario que la conducción se realice en el propio teatro de operaciones, sin esperar las órdenes mías que, en ese caso puede ser tardías, le adjunto las credenciales que lo autorizan a usted para proceder en mi nombre j representación más absoluta para que en caso necesario usted obre directamente, como si fuera yo, en cualquier caso que sea necesario Con la autorización le adjunto también un documento en el que des¡ autorizo a todos los que puedan invocar mi autoridad en las organizaciones peronistas; la nueva organización clandestina, nada tiene que ver con esas autoridades caducas también.

Cada una de las Zonas indicadas debe estar unida al Coman* de Exilados más próximo (Santiago, La Paz, Cochabamba, Asunción, Montevideo, Río de Janeiro) pero debe tener la natural dependencia de ustedes allí. Los Comandos de cada provincia deben conectarse mantener enlaces rápidos y permanentes con los Comandos de Zona. Así se podrán unir las células bases con los Comandos de Provincia estos con los de Zona y los de Zona con los de Exilados y con i Comando General que tendrán ustedes allí en Buenos Aires. En es forma se podrá canalizar toda acción haciendo que la unidad de acción oriente el espontaneísmo que hoy mantiene toda la organización existente que, por lo que se ve, está en la etapa inicial de la organización nacional.

Así también se cumplirá de la mejor manera el aumento y el fortalecimiento de las organizaciones intermedias entre la masa y Peron (Comandos de Exilados, que sólo son intermediarios de la Conducción) y Comando General. Sólo así se puede mantener también el grado de independencia de los comandos provinciales y zonales sin necesidad de exponerlos al peligro de la delación, desde que pocas personas pueden conocer su existencia, y mantener la clandestinidad y el secreto aún entre la propia gente que compone las organizaciones. Lo demás será fácil de ir estableciendo a medida que la organización progrese lo suficiente.

En las directivas están contemplados casi todos los casos de que Usted me habla o consulta en su carta, por eso bastará que las directivas sean impuestas en todos los organismos y que sean conocidas por todos, para que cada uno sepa lo que tiene aisladamente que hacer en cada caso. Por eso creo que un trabajo fundamental que hay que realizar es hacer que las directivas e instrucciones sean respetadas y se aclare que ellas son auténticas y que cada peronista debe ponerlas en ejecución y hacerlas ejecutar por los demás en la medida de sus posibilidades.

Por las últimas noticias que me llegan me entero de la convocatoria para elecciones de Constituyentes, para la reforma de la Constitución. Este hecho pone de manifiesto que se trata de una flagrante violación de la propia Constitución de 1853 que dispone que previamente el Congreso declare la necesidad de la reforma. Este tremendo error de la dictadura' lo debemos aprovechar, impartiendo la consigna a todos los peronistas de que, llegada la ocasión, deben votar en blanco y proclamando asimismo, el desconocimiento de toda reforma constitucional realizada en estas condiciones, como asimismo desconociendo la derogación por decreto de la Constitución Nacional do 1949. Es claro que todo esto es sólo con el fin de "quilombificar" más el asunto, desde que nosotros no estamos interesados por ahora en elecciones, sino en provocar el caos que nos posibilite tomar la situación con el Pueblo mismo, según reza en nuestras instrucciones y directivas. La posición abstencionista es para nosotros la regla. No sólo no votaremos sino que debemos hacer todo para que rio se pueda votar. Se trata de no dar escape a la dictadura por ningún lugar y menos por la solución política. Ahora los que queremos guerra somos nosotros, pero guerra a nuestro modo, no al de ellos. Vamos a ver si podrán gobernar cuando el pueblo llegue a la resistencia sistemática. Veremos también quien será el que pierda con la ruina general. Me daría un gran placer si algún día, en la obra en que yo trabajara, tuviera a los oligarcas v a los "petiteros" acarreándome baldes de la mezcla.

Creo que lo peor para nosotros ha pasado, no porque crea que no haber más jaleo, sino porque nuestra gente ha aprendido mucho en este año pasado. Si se acostumbra a operar subrepticiamente como se dice en las directivas, yo respondo que le vamos a dar cada día mayores malos ratos a la canalla dictatorial y que llegará el día en que escaparán como ratas, los que no estén colgando de los árboles de Buenos Aires, de las provincias y aún en otras partes. Por eso insisto en la necesidad de cumplir y hacer cumplir las directivas. Nuestra inmensa masa, haciendo en todo el país, lo que allí se indica adquirirá un poder extraordinario de acción que la dictadura no sólo no podrá reprimir sino que tampoco podrá resistir. Debemos como usted muy bien lo indica en su carta dispersar las acciones, en forma que la represión disperse también las fuerzas de la tiranía. Cuando ello haya sucedido, será "pan comido" y será cada día peor para ellos. Esta guerra ha de decidirse no por una batalla como ellos quieren, sino por millones de pequeños combates dados a todas horas en todas partes y por todos los peronistas.

Los Comandos de Exilados que funcionan en todas partes del extranjero donde hay exilados, hacen también un buen trabajo en la propaganda y la contrapropaganda. Nuestros muchachos les complican la vida a los "cagatintas" que la canalla dictatorial ha mandado a todas partes para representarlos. Están dignamente representados porque, según las noticias que tengo, en todas partes los odian con la misma intensidad que nuestra gente los odia allí. No hacen sino gastar dinero, contrabandear y pasar buena vida. Nosotros lo celebramos porque así nuestra gente puede distinguirse mejor. La lucha en todos los países es más fácil que allí porque éstos no quieren guerra sino pasarla bien mientras les dure, que saben que no será por mucho.

Antes de terminar deseo hacerle llegar mis felicitaciones por do lo que usted hace y ha hecho por nuestras cosas allí, por su inquebrantable fortaleza y por su extraordinaria moral. Sólo la pasta de los grandes hombres está templada en esa fortaleza que usted ha demostrado que la posee. Yo me alegro por nuestro Movimiento que tiene la fortuna y por nosotros que tendremos la satisfacción de entregar nuestras banderas a quienes nos puedan superar.

Un gran abrazo.

Juan Perón

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