Carta a Tte. 1º D. Pedro Lucero (05-09-1942)
Señor Tte. 1° D. Pedro L. Lucero
Mendoza
Mi Querido Lucero:
Acabo de regresar de la Escuela Superior de Guerra, adonde fuimos con el General Farell, para hablar al General Monferini por el asunto de su solicitud. Se imaginará cuanto se ha argumentado a favor de una reconsideración al respecto, pero no ha habido nada que hacer. El General Monferini dice que ellos se ajustan estrictamente al Reglamento de la Escuela, especialmente en lo que respecta a los cinco años de mando efectivo en unidades de tropas que, según los cálculos de ellos, usted no los tiene. Lo de Ayudante, ellos no los consideran como mando de tropa. Nosotros no tenemos los datos aquí, de manera que no tuvimos nada que argumentar al respecto. Estoy seguro que si algo se hubiera podido hacer, el General Monferini lo hubiera hecho porque es muy amigo del General Farell, quien se interesó vivamente por resolver el asunto de la mejor manera.
Me parece que a usted le debe faltar muy poco tiempo de mando de tropas para completar los cinco años. Hágase el cómputo y si los tiene sería el caso de que mandara en seguida los datos para reclamar. En el caso de que no los tuviera, yo creo que debe en seguida pedir pase al mando de tropas y completar el tiempo que le falte, para presentarse el año que viene en las condiciones requeridas. Yo recuerdo que allí le aconsejé que pidiera mando de tropas, porque siempre pensé que a la larga ayudantía lo podría perjudicar para su ingreso a la Escuela. En fin, ahora no queda otro remedio que completar esos cinco años a fin de estar cuando antes en condiciones.
Usted es todavía joven y tiene tiempo. No debe ceder... Los años pasan enseguida y cuando uno se da cuenta se está listo. Por otra parte en el mando de unidad usted podrá completar y perfeccionar su preparación para la Escuela y venir así bien forrado. Yo ingresé siendo Capitán y me fue muy bien: alcance a ser profesor de la Escuela aún en el grado de Capitán (donde me estanqué siete años). Ya ve si se puede. Aún creo que de Capitán la escuela se hace mejor. Ninguno de los Tenientes primeros de mi promoción de la Escuela se destacó en el curso. Ello no será debido quizá al grado pero, le aseguro que ser muy moderno no es ventaja en la escuela. El Teniente Coronel, profesor, trata siempre al Capitán de otra manera que al Teniente primero, es humano; si es un Capitán antiguo, mejor aún. Todo es cuestión que se conserven las energías físicas y a usted le sobra eso; por otra parte están las energías y la voluntad (intelectuales y morales) que a usted sé que no le faltarán y que serán, sin duda, factores decisivos en su favor en la escuela.
Mi consejo: (con el cariño que usted sabe bien que le tengo y los deseos e interés de tenerlo de Oficial de E.M.) NO DEBE AFLOJAR. Pida en seguida mando de unidad, fundado precisamente en el rechazo de su solicitud de ingreso a la Escuela de Guerra. Siga estudiando y cuando le den pase a un regimiento, métale duro al estudio y asegure así, no solo su ingreso, sino también el éxito de los cursos, por haber obtenido con el estudio metódico y prolongado, una mejor y más amplia base. (Yo tengo experiencia en ello: yo, después del curso de capitán, dejé pasar aún un año más, que me sirvió para prepararme mejor en todo. Así desde que ingresé fui primero en todos los cursos y nadie me sacó el primer puesto hasta terminar la escuela. Ello no lo debo a que estudié más ni fui mejor que nadie durante los cursos, sino a que me había preocupado de adquirir una gran base antes de ingresar). Siga mi consejo: no hay bien que por mal no venga. Este rechazo usted debe volverlo a su favor en la forma que le indico. En la vida militar (como en todo) se triunfa, precisamente anulando las desventajas y volviéndolas ventajas por un procedimiento apropiado. Usted no se arrepentirá nunca de hacer cuanto le aconsejo. Con ello dará una prueba de carácter y de sensatez que bien se que le sobran para obrar así.
Ahora más que nunca debe estar comprometido su amor propio y, como buen deportista, debe meter todo el corazón y el alma en salir con la suya, en vencer. Recuerde que, en esto como en todo, para vencer se requiere una sola cosa: quererlo. Sé bien que usted ingresará y que cursaría la Escuela, dándome la gran satisfacción que espero: verlo satisfecho y tener un montañes más que trabaje desde los puestos directivos, por la especialidad.
Bueno querido Lucero, contésteme enseguida sobre sus planes e ideas, que espero serán las que le indico antes.
Mi afectuoso y respetuoso saludo para sus padres y esposa y, para usted, mi gran abrazo.
Juan Perón
Cnel.
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