Al acercarse un nuevo acto eleccionario en nuestro país volvemos a ver viejos y nuevos vicios emerger de las más oscuras esferas de algunos sectores del ambiente político.
Consultando el “Diccionario de Sinónimos, Antónimos e Ideas Afines” de Larousse, puedo transcribir el término “CRISIS” como: “Conflicto, problema, dificultad, apuro, cambio, transformación, inestabilidad”.
Claramente, pensado desde una perspectiva occidental representa la metáfora del muro, nos sugeriría un escollo.
Las concepciones orientales observan otras apoyaturas, los chinos por ejemplo, hablan de crisis como oportunidad.
Desestabilizar. Esa es la consigna. Aun cuando para ello tengan que morir miles de argentinos. No se trata de la República. Ese flaco argumento es alimento para la carroña social siempre dispuesta a sacar partido cuando la derecha le da terreno. No hace falta ser muy ducho para dilucidar cual es la intención de la reacción. Instalar la idea de un gobierno débil, fomentar focos pequeños de protestas. Ganar la agenda mediática para instalar una realidad ficcional: Usufructuar la crisis en beneficio propio.
La incapacidad del manejo de la economía, está llevando la incertidumbre de la población, la negación de la inflación a lo largo de los últimos 5 años, la falta de transparencia del INDEC, que en un país serio mide todo tipo de estadísticas, para posibles inversiones, y proyecciones a futuro de diferentes tipos de necesidades.
La falta de dólares para pagar los Boden 2012 /13 que son bonos de deuda, que si o si se tiene que pagar en moneda estadounidense, generó un corralito cambiario, esto provocó una desaceleración de la construcción, y de transacciones de tipo comercial e importación de insumos para bienes de capital de industria, Pymes etc.
"El peronismo será revolucionario, o no será nada"
Polemizar era la una de las experiencias más formadoras en épocas donde la política formaba parte fundamental en la construcción de la sociedad en su conjunto, y no como hoy de cierta "elite" a la que se le brinda esta posibilidad de participar, mediante la venia de algún que otro "tilingo".
Cuando el concepto político se expresa como promesa de cumplimiento en función de alguna tarea como alternativa de progreso, esta debe ser cumplida indefectiblemente, porque el ciudadano no olvida la palabra de un día para el otro y el quebrantamiento de lo prometido y no cumplido, comienza a formar una aureola como de violación o frustración a lo insinuado como obra a construir. Tal el caso de la isla Demarchi a la cual se refirió la Señora Presidente hace pocos día, lugar estratégico de la Ciudad de Buenos Aires donde las planificaciones abundaron en promesas incumplidas, o los talleres ferroviarios de Tafí Viejo donde las informaciones cesaron de manifestarse y no se sabe si fabricamos o reparamos todo lo que hace al sistema del ferrocarril a sabiendas que no son pocas las defecciones en este sistema.
Las reivindicaciones que llevaron a la huelga a los “mártires de Chicago” en tiempos de la segunda revolución industrial, tuvieron en nuestro país su propia historia de frustraciones y éxitos. Pero lo que más me interesa recordar, en función del olvido planificado en el que han caído, son los grandes postulados filosóficos que sostienen nuestra cosmovisión sobre los derechos laborales, en contraposición con la linea de pensamiento que defiende lo que hoy a algunos les gusta llamar “el fín del trabajo”.
En una nueva carrera despiadada por llegar a sentarse en "algún que otro sillón de Rivadavia"1, los argentinos volveremos a soportar las más bajas chicanas por parte de la mayoría de los candidatos –por no decir todos-. Entre tantas otras acciones, la perversión por conseguir un mísero voto y rebajarse a lo que efectivamente no son, "pueblo", volverá a ser moneda corriente.
Estos días que culminan el 2012, dejan el egreso del año 29 sin quiebres institucionales de nuestra Democracia, camino a cumplir los 30 y como sucede en los partidos políticos, dejar el espacio de juventud para enfrentar el desafío de consolidarse.
A principios del siglo pasado el pensador mexicano José Vasconcelos sugería que:“Todo parece indicar que (…) llegaremos en América, antes que en parte alguna del globo, a la creación de una raza hecha con el tesoro de todas las anteriores, la raza final, la raza cósmica”. Dicha reflexión enunciada en el prólogo de su libroLa Raza Cósmica, Misión de la raza iberoamericana, constituyó en su época el producto de un profundo y meditado análisis del fenómeno de mixturación étnica y cultural que venía operándose en nuestro continente, indicando además que una modalidad civilizacional novedosa y esperanzadora, se estaba gestando en estos lares.
Los mismos que chocaron el país hace diez años, arrojando a la calle millones de víctimas sociales, pretenden hoy aparecer como "carmelitas descalzas" ante la tragedia ferroviaria de la estación Once.
Sin embargo, la indignación por el impudor que demuestran estos lenguaraces del monopolio, los presuntos "intelectuales" del viejo poder y los oportunistas de la vieja política, no debería impedirnos hacer un análisis objetivo del país donde se produjo esta desgracia que nos enluta a todos.
Está claro que los poderosos intereses que intentan voltear este modelo de desarrollo económico con inclusión social, ven en cada suceso, sea bueno o trágico, una posibilidad de producir una grieta, una fuga, una oportunidad para desgastar y quebrar la marcha del proyecto iniciado en el 2003 por Néstor Kirchner y continuado por Cristina.