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Las profecías del general*

En carta publicada por el diario Alcázar del 6 de junio de 1973, Juan Perón agradeció otra del escritor y diplomático Ernesto Giménez Caballero, también difundida por el mismo órgano madrileño. Le habla allí de su papel de exiliado y le manifiesta:

Por eso he contenido todo impulso que me lanzara a la palestra pública, para dedicarme a estudiar, ya que durante tantos años de gobierno no había tenido la oportunidad de hacerlo. Diez años sin poder leer ni estudiar, constreñido a la tarea gallinácea de la rutina gubernamental, terminan por embrutecerlo a uno.

Esta autoconciencia de la propia madurez nos ayuda a pensar en la proyección en el tiempo del pensamiento de un conductor político que no supo tomarse vacaciones, tras su derrocamiento de 1955, y en la unidad y coherencia de su proyecto, esbozado a partir de 1944 en términos y acciones de pública notoriedad.

Quien el 1 de mayo de 1949 dijo: Si contemplamos fríamente el acontecer económico del mundo en estos últimos tres años, vemos que la Argentina, parte minúscula dentro del complejo económico mundial, ha sabido aguantar y resistir los embates de afuera y los alfilerazos domésticos. La conmoción financiera, la presión internacional sobre los mercados y el control de precios, han sido resistidos con éxito por la Argentina, nos daba una analogía de la actualidad con las diferencias de sentido invertido, por así decirlo.Ese mismo día de 1949 puso ejemplos de la historia griega y de la expedición de Jenofonte, con sus desuniones, y sentenció: En nuestros días, al igual que cuatro siglos antes del Nacimiento de Cristo, la defección de los ciudadanos en las horas solemnes de la Patria no tiene más que un solo nombre.Casi veinte años después, en 1967, recordaba y confesaba: Cuando en 1946 me hice cargo del gobierno la primera visita que recibí fue la del presidente del Fondo Monetario Internacional que venía a invitarnos a que nos adhiriéramos al mismo. Prudentemente le respondí que necesitaba pensarlo y, en seguida, destaqué a dos jóvenes técnicos de confianza del equipo del Gobierno para investigar a este monstruo tan peligroso nacido, según tengo memoria, en los sospechosos acuerdos de Breton Woods. El resultado de ese informe fue claro y preciso. En síntesis, se trataba de un nuevo engendro putativo del imperialismo. Así nomás de claro, y hace más de veinte años.En conversaciones con el periodista oriental Carlos María Gutiérrez, en febrero de 1970, el líder exiliado afirmó: Tanto las Naciones Unidas como la Organización de Estados Americanos son dos trampas armadas por los imperialismos contra nosotros... Los países liberados lo primero que tienen que hacer es romper esas organizaciones. Sin abrirse de esas organizaciones. Para lo cual será necesario, previamente la integración continental para que nadie defeccione. O hacer una Organización de los Estados Latinoamericanos. Sé que más de uno se escandalizará al leer tales dichos, aunque no tanto a la luz de las últimas hazañas de la OTAN.¿Qué pensaría hoy Perón? Lo que ya pensaba el 4 de julio de 1972: En el mundo del futuro, los países especialmente si son débiles o pequeños, ya no podrán subsistir aisladamente... Comencemos entonces por unirnos los que estamos juntos y pertenecemos biológicamente a una misma especie... Y en el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional -su testamento de 1974- nos dejaría esta advertencia que sabe al Martín Fierro del canto 32: Es por eso que la progresiva transformación de nuestra Patria para lograr la liberación debe, paralelamente, preparar al país para participar de dos procesos que ya se perfilan con un vigor incontenible: la integración continental y la integración universalista.En la última semana de febrero de 1973 conversó con Marcel Niedergang, de Le Monde, y le reiteró la idea de la Comunidad Latinoamericana. Pero Atropos cortó los hilos de su vida un 1 de julio, y los huerfanitos no consiguieron reponerse de la pérdida. ¿Habrá en el 2000 y pico quien recoja su mensaje y construya poder para desplegarlo? La música está escrita y en muchas partituras. Y sólo faltan los ejecutantes.

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