Skip to main content

MÉTODO CRÓNICA: UN PUEBLO BAJO EL RADAR DE LAS ENCUESTAS

Cabaret Voltaire emprendió viaje a Nueva York, según comentaron algunos, en la primera colaboración entre un medio tradicional y un programa de streaming, dos industrias destinadas a cruzarse e hibridarse en los próximos años. Facundo Pedrini de 36 años y a cargo de una marca icónica de 60 apostó fuerte por dos pibes del interior hijos de ningún famoso de los 90 ‘s para cubrir las elecciones más importantes del siglo. Tal vez producto de una generosidad desmedida o porque sabía algo que nosotros todavía no, nos despidió diciendo: “Vayan tranquilos, Crónica ya les tomó juramento”.

En un otoño caluroso, atípico para la ciudad que a esta altura de noviembre acostumbra a lucir decoraciones navideñas y practicar deportes invernales, no se detectaban señales ni clima de campaña electoral. En este enclave demócrata la elección ya estaba definida. Sistemas políticos diferentes generan juegos políticos diferentes. El colegio electoral, vigente en Argentina hasta la reforma del 94’, origina al menos dos particularidades: la primera y más evidente es que al ser una elección indirecta se puede ganar sin ser el candidato más votado (por ejemplo, obteniendo 270 electores de 538 repartidos en 50 estados y un distrito federal); la segunda es la federalización que esto provoca, al cobrar importancia estados menores por su carácter de ‘swing’ o ‘columpio’, y que obliga a los candidatos a trasladarse a ellos, asumiendo agendas locales y recolectando compromisos. En esta ocasión eran siete los que todavía no estaban definidos, y en los que se jugaba ni más ni menos que la primera magistratura de la potencia líder de occidente. Entre esos se destacaban Pennsylvania y Michigan. Uno reconocido por los estragos de la crisis del fentanilo en el barrio de Kensington y por sus postales de viejas industrias devenidas en casinos por un modelo posindustrial de renta financiera. El otro, por contener la población árabe más grande de Estados Unidos, descontenta por la tolerancia demócrata con el genocidio en Gaza.

Gran periodista, mal empresario, diseñó Crónica inspirado en The Sun, un diario corto, de pasiones bajas, que se podía leer en 11 minutos, lo que duraba el recorrido del tren de los obreros a las fábricas

The Economist, The New York Times, The Washington Post, CNN, Five Thirty eight, Crystal Ball, Nate Silver y Split Ticket auguraban un triunfo de Kamala Harris, autopercibida como “la democracia”, dando como clave un voto masivo de mujeres en favor del bien y en contra del mal. La candidata había sido elegida de urgencia por la cúpula del partido luego del retiro forzado de Joe Biden a cinco meses de la elección por su estado de salud, tras años de acusar de “gerontofobia” a quienes señalaban las facultades disminuidas del presidente. Kamala o Kàmala se presentaba como la perfecta heredera del “America Is Back”, cuya promesa fue “hacer al ejército norteamericano el más letal del mundo”, y que resultó en dos nuevos frentes abiertos en cuatro años (el europeo con la Guerra de Ucrania; y el de Medio Oriente, de donde Estados Unidos busca retirarse sin mucho éxito hace años). Del otro lado, Donald Trump y su “American First” prometía, en un acto de fanfarronería característico, “terminar la guerra de Ucrania en 48 horas”, por considerarla un gasto innecesario para las arcas del super endeudado estado americano. Progresistas y conservadores parecían invertir roles.

Un pueblo bajo el radar de las encuestas. Un método: Crónica

Héctor Ricardo García, el citizen kane argentino, imaginó Crónica sin saber que su obra lo trascendería. Gran periodista, mal empresario, diseñó Crónica inspirado en The Sun, un diario corto, de pasiones bajas, que se podía leer en 11 minutos, lo que duraba el recorrido del tren de los obreros a las fábricas. Muchas veces lo que el pueblo aplaude no se lleva bien con la alfombra roja y cuando en los 90’s Mauro Viale preguntó a García por qué Crónica publica tantos muertos en su tapa. Él contestó escueto: “Porque la gente se muere”.

Crónica es una tradición y también un método, a través de él nos aproximamos a inmediaciones del Time Square a recolectar impresiones de lo que estaba por ocurrir en un ‘super martes’ de por sí laborable. El isologo del canal es un imán para argentinos, no importa si es Plaza de Mayo, el Central Park o el quinto infierno, produce tal magnetismo que todos quieren testificar u ofrecer una última confesión. Pero la misión era otra, los turistas no votan y debíamos decodificar el espíritu de la elección buscando “lo social” como se nos había encomendado. El “voto muppet” irrumpió sorpresivamente en la transmisión en vivo, que ya nos informaban, era un éxito de audiencia. “Mis sentimientos no pagan el galón de leche”, dijo Elmo. Enseguida, un Cookie Monster con acento mexicano amplió: “La inmigracion ilegal es el problema. A nosotros no nos regalaron nada”. Luego un Spiderman peruano y malvinero sintetizó: “La política migratoria de Biden fue una continuidad, pero la economía fue peor. Solo los que vivimos aquí sabemos lo que pasa”. Debajo, la placa roja tituló: “Perdón Mary Jane, pero yo voto a Trump”.

 Mientras Kamala Harris solo crecía en el electorado universitario, Donald Trump fue electo 47° presidente de Estados Unidos sobre la base de su crecimiento en todas las minorías 

En contraste, los Avengers, Scarlett Johansson (Natasha Romanoff), Robert Downey Jr. (Tony Stark), Don Cheadle (James Rhodes), Chris Evans (Steve Rogers), Mark Ruffalo (Bruce Banner), Paul Bettany (Vision) y Danai Gurira (General Okoye) a través de una videollamada viral sumándose a otros grandes apellidos del star system de Hollywood, que desgarrados y con “miedo” llamaban a votar a favor de la democracia, el medioambiente, las mujeres y las minorías. La transgresión módica de los incluidos del sistema se volcaba con Harris. Para ser precisos, el recuento entre hispanohablantes vestidos o no de personajes de distintas franquicias nos dio 60-40 a favor del candidato republicano, algo que suponíamos al menos 70-30 a favor de los demócratas teniendo en cuenta la tradición del distrito en el que nos encontrábamos. Destacaron dos amigos nicaragüenses de la industria del cuero que viven en NY desde hace 40 años, dando testimonio de las diferencias entre migrantes de primera, segunda, tercera y cuarta generación, legales e ilegales. El modelo de inclusión en Estados Unidos parece ser de guetos: “Little Italy”, “Little caribbean”, “Chinatown” o “Koreatown”, etc. Solo a través del acceso de bienes de consumo estandarizado de mayor calidad, entre los que se encuentra el sistema educativo, las etnias y nacionalidades se cruzan. Muy diferente a lo que ocurrió en Argentina gracias a la educación pública primaria, secundaria y universitaria, que generó un mestizaje característico difícil de entender desde los campus californianos y sus “identity politics”. Tal vez la gran red de metros 24 horas sea el escenario en el que vascule la gentrificada ciudad de Nueva York y donde las comunidades se encuentran como pares, con café en mano, gorra de los yankees y apurados para ir a quien sabe dónde.

De Obama a Cristina, síntoma y patología

En las horas siguientes durante la carga de resultados, los análisis sesudos se multiplicaron por la red social antes conocida como Twitter. Alertados por la situación, dirigentes peronistas declararon que “varones de bajo ingresos y nivel educativo” habrían influido en la elección, lo que en criollo se traduce en “negros de mierda”. Ignorando que varones y mujeres de una misma clase social votan de forma similar, la vanguardia ya sin retaguardia alguna, acostumbrada a ejercer el pensamiento crítico a todo lo que no sea ellos mismos, buscó con desesperación en su arsenal metodológico algo que les devolviese la razón, su mayor obsesión, pero la realidad arrojaba una verdad que los hería de muerte. Mientras Kamala Harris solo crecía en el electorado universitario, Donald Trump fue electo 47° presidente de Estados Unidos sobre la base de su crecimiento en todas las minorías.

Durante el final de la era Obama se redactaron cientos de papers bajo la idea de que el futuro era indefectiblemente demócrata por el envejecimiento de la base republicana y por la curva creciente de natalidad hispana. Hablamos de una minoría de 62,5 millones de personas en Estados Unidos, lo que significa un aumento de más de 53 millones desde 1970. Este fenómeno sumado a la cercanía con el electorado de color y la afinidad progresista con los estados de ambas costas llevó a exportar al mundo la visión, de como sintetizó @contrarreforma (Diego Vecino) en conversación con @buensalvaje (Mariano Canal) “la demografía es un destino” y por tanto la “identidad” define por default el voto. Aquellas reflexiones que se asumen como científicas apoyadas en encuestas pueden asir, mensurar y eventualmente manipular aparatos electorales enteros llevándolos al desastre del autoengaño. Quienes no suscriban a aquel paradigma quedarán sospechados de ingratos, peligrosos o pocos sofisticados aun a conciencia de que las elecciones se juegan en los grandes relatos y no en las minucias cuantitativas de asesores políticos sobregirados por sus propios sesgos. Al asumir que el ejercicio del poder no opera ni se deja performar por ningún dispositivo del lenguaje, tal vez sea profundamente contemporáneo y disruptivo reconocer que la principal fuerza que determina la actualidad del momento política es: la economía.

¿Qué hay detrás de la obsesión patológica de sectores del Partido Demócrata con el ex presidente Barack Obama? ¿Qué paralelismo hay con Cristina Fernandez de Kirchner en el ámbito local? Desfasados, aislados, desconectados con la realidad de un pueblo que vive por debajo de sus radares, kirchneristas, radicales y liberales del Pro volvieron a apostar y a perder, al igual que Mauricio Macri en 2016 apoyando a Hillary Clinton. Destacan dos excepciones: el presidente Javier Milei y el predicador peronista Guillermo Moreno. Con Kamala Harris cae la última encarnación del “extremo centro”, candidatos construidos como torta Exquisita en base a encuestas y focus group que terminan por representar apenas un espasmo de un sistema que excluye a una tasa más alta de la que incluye. Tal vez sea urgente una autocrítica respecto de las formaciones y formas a la que fue sometida la dignidad del pensamiento en las últimas décadas. En no pocos casos es desde estos lugares que se busca interpelar a una población asqueada de excusas y relatos culposos de sus miserias. Tengamos la honradez de reconocer la derrota y repensar bajo la luz de los hechos nuevas cartografías que posibiliten escenarios mejores. No es poco lo que está en juego. Seguiremos informando a través de Cabaret Voltaire, Crónica o Panamá. Firme junto al pueblo.

FUENTE: https://panamarevista.com/dos-rosarinos-en-nueva-york/

  • Visto: 33