Bergoglio y Guardia de Hierro (Notas sobre militancia y mística)
Francisco I es nuestro nuevo Papa. Empezaron los análisis y polémicas, y una de ellas es por su pasado en Guardia de Hierro.
Años atrás el diputado Carlos Kunkel expresó su enfrentamiento con posturas de Monseñor Bergoglio, justificándolas por el pasado de éste en “Guardia de Hierro”. No muy lejos en el tiempo Miguel Bonasso sindicó en sus memorias, de forma despectiva, a los guardianes como “peronismo mogólico”.
Dicha organización, que tomó su nombre del fascismo místico rumano, fue un grupo surgido durante la proscripción del peronismo que conjugó un apego exegético al pensamiento de Perón, gran sentido de organización y activos conceptos místicos.
Liderados por Alejandro “Gallego” Álvarez, G. de H. fue uno de los sectores más trascendentes del justicialismo pos 1955. Sindicados por derechistas por la Tendencia y por izquierdistas desde el lopezreguismo, enarbolaron su carácter centrista en su militancia durante la resistencia peronista, el tercer gobierno de Perón y su autodisolución en 1974, no exentos de contradicciones.
Su derrotero entre la crítica a López Rega y su apoyo a Isabel, su acercamiento a Massera y a la Iglesia Católica – en especial los jesuitas - durante el Proceso, sus oscilaciones durante el alfonsinismo entre la renovación peronista y el menemismo, pasando por la fundación del Partido Solidaridad, la reconversión de algunos militantes en Orden religiosa, el ascenso de otros a la vida empresarial, y el actual apoyo de un sector de ellos al kirchnerismo son muestras de un camino sinuoso y paradójico.
Recientes investigaciones de TARRUELLA; POZZI, y PÉREZ CERVIÑO; ANCHOU; CUCCHETTI; y VAZQUEZ, un servidor, marcan un ávido interés por la organización.
En su encuentro con Perón de 1967 se delineó la centralidad guardiana, ya que los persuadió de no participar en la lucha armada - pensaban entrenarse en Argelia - y que debían conformar la “retaguardia estratégica o ambiental”, a través del trabajo social de base barrial por células para multiplicar los simpatizantes de la causa peronista. “El propio Perón nos sacó en los 60 de los pelos de la lucha armada y nos dio la misión de "retaguardia estratégica". Convertidos en un estado mayor fiel al conductor, un “cuerpo de centro” del movimiento, muy ligados a la base y al pueblo.
Bajo el liderazgo de Álvarez, Guardia tuvo una afluencia de cuadros y militantes de diversos sectores, desde el cristianismo hasta la izquierda, pasando por la ortodoxia peronista, lo cual los llevó a intentar una síntesis ideológica dentro del pensamiento peroniano.
Primeramente como Mesa del Trasvasamiento - integrada por Dardo Cabo, Roberto Grabois y el propio Álvarez – y, más tarde, se dio inicio a la conformación de la Organización Única del Trasvasamiento Generacional (OUTG) en 1972. Allí se sumaron la Liga Humanista de Julio Bárbaro (grupo cristiano universitario), y del Frente Estudiantil Nacional (FEN), liderado por Roberto “Pajarito” Grabois (de importante gravitación en la izquierda universitaria), el grupo Reconquista de Salta, la Fanet de Tucumán y el Humanismo de Córdoba de Chiche Gatica.
En su desarrollo como organización tuvieron varios frentes: el Frente Barrial, de trabajo directo con la base; las Mesas de Mujeres, para el agrupamiento del sector femenino; la Juventud Secundaria Peronista, para encuadrar a los estudiantes secundarios; el FEN, fusionando con la Organización Universitaria Peronista (FEN – OUP), para el activismo en las facultades; y las Brigadas de la JP, para incorporar a los jóvenes a nivel territorial.
La organización interna estaba diagramada en: frentes, niveles de conducción, defensa, y estado mayor, donde la idea operativa en el territorio y el frente principal era el barrial. Su organización fue verticalista y cuasi militarizada, ya que existieron brigadistas, jefe de brigada, miembro de comando, jefe de comando local, jefe de seccional, etc.
Según el relato de uno de los integrantes del estado mayor, en la última entrevista de ellos con Perón antes de su retorno se le mostró un organigrama de 16 escalafones de mando de la “orga”, donde el primer cuadro con un “P” era su propio lugar como jefe supremo.
No existió un uniforme obligatorio, aunque por el retorno de Perón se “ordenó” que vistiesen camisa blanca, pantalón, zapatos y brazalete negro.
Su mayor arma fue el adoctrinamiento, a través de la lectura de los discurso y escritos de Perón y a través de la película “Actualización política y doctrinaria para la toma del Poder” del Grupo Cine Liberación de Fernando Solanas y Octavio Gettino. A eso lo acompañaba el trabajo comunitario, la acción barrila, el ir “puerta a puerta” con material de Perón, con alguna cinta de audio, invitar a una mateada, y “sumar” a la persona a futuras reuniones cual grupo evangélico.
El FEN tuvo su órgano de difusión, el “Periódico del FEN”, sumándose a la labor de “Guardia de Hierro”, como publicación de militancia; “Trinchera de la Juventud Peronista”, dirigida por Alejandro Quintana, lanzada a partir de 1973, como el órgano oficial de las Brigadas; “Ser Peronista” del Instituto Doctrinario de G. de H; o las publicaciones, discos y cassettes que sobre las obras de Perón y Evita se realizaron desde Ediciones de la Reconstrucción. Mientras que desde el Instituto Carrillo y la revista “Hechos e Ideas”, en su tercera época, dirigida por Amelia Podetti desde 1974, sirvió para aglutinar a los intelectuales. “esto lo destacó hasta Juan Pablo Feinman, era muy difícil rebatir a los guardianes en su visión sobre Hegel y otras cuestiones filosóficas”.
Tras el triunfo en la interna del PJ capitalino, la reunión de las juventudes peronistas en la Federación de Box de 1972 signó la tensión entre Guardia y la Tendencia, siendo la unificación un triunfo de los segundos en detrimento de Álvarez. Los “retornos” de Perón movilizaron a los guardianes, quienes llevaron una oración de Álvarez donde se diferenciaban del Frente Rojo (los montos y los troskos) y el Frente Negro (el C. de O, la CNU, López Rega y Osinde). La vuelta de Perón y el tercer gobierno significó el mayor crecimiento de Guardia a nivel de militancia y superestructural, por el ingreso de concejales, legisladores, diputados y funcionarios de la organización. Pero, tras la muerte del viejo Líder el 1º de julio de 1974, Álvarez disuelve formalmente la organización con la excusa de haber concluido G. de H. con su misión, provocando desconcierto y confusión en todos los cuadros.
Parte de su “estado mayor” y dirigencia intermedia intentó readaptarse, sea en su apoyo a Isabel Perón, con la Marina vía Massera durante la dictadura o en su relación con la Iglesia. Tras el golpe de 1976 los guardianes quedaron de hecho coordinados, según el texto de Terruera, por el Capitán (RE) de Marina Carlos Bruzzone, resguardando a su militancia de la represión, aunque no se evitó tener militantes desaparecidos.
En ese clima Alejandro Álvarez fue al exilio en Europa.
Además se estrecharon las relaciones con la Iglesia y los Jesuitas, sobretodo por la Universidad del Salvador, y se planteó desarrollar un partido al estilo del Solidaridad polaco y reforzar adhesión a las posturas del Papa Juan Pablo II. Su rumbo en las últimas décadas se mixtura en docenas de grupos, intentos de fusiones efímeras (con Encuadramiento en los ’80 o con sectores de Montoneros en los ’90), y un corrimiento a la veta académica, política y/o religiosa.
Actualmente los ex guardianes podrían agruparse en tres sectores. El primero es integrado por políticos profesionales, cuadros técnicos, armadores políticos, referentes de organización y hasta empresarios como José Luis Manzano, perteneciente a la poderosa línea guardiana de Mendoza. El segundo grupo son aquellos cuadros medios dedicados aún al trabajo barrial, donde equilibran charlas doctrinarias con desarrollo intelectual, sentir místico y análisis de la realidad. Y una tercera vertiente es la religiosa, que se encuentra orientada por Álvarez en la Orden de María del Rosario de San Nicolás, Asociación Privada de Fieles Laicos de la Iglesia Católica, la cual es la patrona de los “guardianes”. A estos últimos se une la idea del desarrollo de comunidades autónomas en el interior y plantearse el retiro de la vida ordinaria para resguardar “al hombre y sus valores” de la actual “decadencia” argentina.
Los ex militantes guardianes que se han insertado en la esfera pública gubernamental durante las gestiones de Menem, De la Rúa, Duhalde y los Kirchner si bien demostraron, y demuestran, solvencia técnica han dejado de lado sus convicciones primarias y operan entre la autojustificación y la superación de su identidad de G. de H.
Aquellos alejados de los lugares de relevancia gubernamental sindican a aquellos como renegados de G. de H. pero con el oficio y la práctica política por su condición de cuadros, amén de seguir presentándose como reaseguro del peronismo.
Al margen de posiciones políticas particulares, los guardianes aún son referentes de militancia real y analistas severos de la realidad política.
Todavía queda mucho que decir y estudiar sobre ellos y su identidad.
Pablo ADrian Vazquez: Politólogo, Docente UNLZ y UCES, Miembros de los Institutos Nacionales Eva Perón, Rosas y Manuel Dorrego
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