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Prioridades

"Mi orgullo, el saber licuarme entre los hombres que sienten como yo.
Mi fe, la de que los hombres de esta tierra poseen el secreto de una fermentación nueva del espíritu."
RAÚL SCALABRINI ORTIZ

No cabe duda que un auspicioso proceso de reflexión histórica y política inunda todos y cada uno de los recovecos de la patria. Quienes hemos resuelto consagrar nuestras vidas a meditar sobre las cuestiones del país somos plenamente concientes, a partir de la creciente demanda de nuestras investigaciones, de la existencia de este resurgimiento que – anhelamos- , pueda revertir décadas de coloniaje intelectivo, cultural y económico.

Esta brecha que bienaventuradamente se extiende día a día - que quede bien claro - no resulta obra de iluminados ni de esclarecidos. Al contrario, encuentra fundamento en el sustrato más profundo de nuestra comunidad y nos coloca ante desafíos cada vez más complejos y cautivantes. Varias generaciones de "nacionales" se han puesto las "charreteras" para transmitirnos, desde sus diversas ópticas, su fiel testimonio de un acervo intelectual que exige de una vez por todas su definitiva inclusión en programas y políticas que engloben todo el amplio espectro educativo y formativo.

Evidentemente, una epistemología de la periferia (como gustaba definirla a FERMÍN CHÁVEZ), presupone discrepancias que no sólo encuentran origen en las diferentes perspectivas desde las que se aborda la cuestión nacional, sino que también surgen del mismísimo contexto histórico, es decir, de las relaciones de poder que se manifiestan en una fase determinada de la historia. De más está decir que, lamentablemente, otras divergencias emergen de ciertos cenáculos del vedettismo intelectivo y del oportunismo desfachatado, y actúan como dispositivos disgregantes.

Desde las alturas del poder, el resurgimiento de "lo nacional" es observado con suma atención, y no puede negarse que alguna portezuela suele abrirse para difundir nuestros testimonios. Mientras ello sucede, otros portales mucho más generosos se despejan para propagar la eterna perorata colonial - y por que no - algunas versiones e interpretaciones parciales o arbitrarias con la clara intención de neutralizar un emergente intelectivo y cultural que espera encontrar su lugar privilegiado en la historia (documentales como el referido a los episodios de Ezeiza reproducidos recientemente en el programa de ROMÁN LEJMANM, dan cuenta clara de ello).

Soy de opinión que a fin de evitar una nuevo cataclismo en el campo nacional, se torna prioritaria una intensa labor de recuperación y reactualización de un acervo que - según nuestros cálculos – supera ya los cinco mil textos que incluyen (solo en el siglo pasado), desde las formulaciones de LEONARDO CASTELLANI, JULIO IRAZUSTA, SAÚL TABORDA hasta las de JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ARREGUI y otros representantes de lo que se denominó como "izquierda nacional". Obviamente, se contienen en este espectro las maravillosas reflexiones (entre otros) de ARTURO JAURETCHE, RAÚL SCALABRINI ORTÍZ Y JOSÉ MARÍA ROSA. La Biblioteca FERMÍN CHÁVEZ que hemos fundado hace más de un año, aspira colectar en un espacio físico determinado toda la obra que consideramos inclusa en dicho patrimonio.

Conscientes entonces de una coyuntura favorable, se hace imprescindible delinear estrategias que impidan la desnaturalización de una línea troncal que desde diversas ópticas, ha nutrido las distintas fases que asumió el movimiento nacional. Como enseñaba don FERMÍN, el Pensamiento Nacional encuentra nutrientes que abarcan desde la experiencia epistemológica de las comunidades que poblaron nuestra geografía hace milenios, transitando por aquella que se produjo a partir del entrelazamiento entre ella y la experiencia colonial hispánica, hasta el emergente facúndico y del componente inmigratorio. La lúcida labor labor forjista - a mediados del siglo pasado - consiguió articular estas variables, y proveer al movimiento político que se avecinaba de un nítido sentido nacional. El Pensamiento Nacional es tal vez el producto mas genuino de un proceso histórico que nos remonta indefinidamente hacia el pasado y que nos llega a través de ese maravilloso fenómeno de la tradición. En palabras de GUSTAVO CIRIGLIANO, nos vincula con una historia "que es nuestra historia", la que protagonizaron "El conquistador y el indio, el godo y el patriota, la pampa privilegiada y el interior relegado, el inmigrante esperanzado y el gaucho condenado".

Para tomar cabal noción de la trascendencia de la tarea propuesta, debe recordarse que mientras la muerte, la barbarie y la intolerancia comenzaban a expandirse por una envejecida Europa a inicios del siglo pasado, una vigorizante corriente nacional emergía vitalmente en nuestra Argentina, nutriendo al primer radicalismo y otorgándole un sentido nacional a la epopeya encarnada por Yrigoyen (luego corrompida por ALVEAR y sus acólitos). Posteriormente - la Fuerza de Orientación Radical para la Joven Argentina (FORJA), un verdadero protoperonismo, proveyó de sentido al movimiento que condujo magistralmente JUAN DOMINGO PERÓN. En forma similar a lo acontecido con el primer radicalismo, y por cuestiones endógenas y exógenas que exceden el marco de este trabajo, similar proceso de desnaturalización aconteció en el peronismo .

Nuevas y auspiciosas perspectivas se abren entonces para el campo nacional, como sostuve, no por resultado de mentes esclarecidas y menos aun por impulso de una dirigencia política, industrial, financiera y cultural altamente comprometida con el latrocinio, sino por las expectativas, anhelos y esperanzas de una Nación que pretende reencauzarse en su destino. Las nuevas generaciones, a partir de la labor artística y estética, han empezado a mostrar indicios claros de ello y en tal sentido, la experiencia articuladora del forjismo, puede brindarnos claves significativas y orientarnos en el obrar.

El obrar, tanto como refiere a hacer una cosa o trabajar en ella, nos remite también al causar, producir o hacer efecto una cosa. Todo buen obrar presupone una instancia previa que la asigna un sentido al mismo y que, por definición, también es obra. Los seres humanos somos esencialmente seres de proyecto. Proyectar implica "lanzar, dirigir hacia adelante, idear, trazar, disponer o proponer un plan y los medios para la ejecución de una cosa". La ardua labor modeladora de FORJA proveyó de sentido y contenido al movimiento político más importante de nuestra historia contribuyendo así a su vigencia y efectividad. Una labor modeladora que, posteriormente sintetizada por un conductor y anhelada por la población mayoritaria, se transformó en proyecto concreto de Nación. FORJA en ese sentido, asumió una empresa anticipatoria a la historia, obrando en nacional, y creo entender que éste debe ser el eje central de nuestra actividad y de nuestro aporte a los tiempos que se avecinan.

Pensar y obrar en nacional constituyen acciones convergentes y a la vez complementarias. El pensar sin obrar resulta un simple ejercicio especulativo, y el obrar sin pensar, una actividad que puede conducirnos hacia un voluntarismo vacío, o lo que es peor, hacia un pragmatismo banal. Los forjistas plenamente concientes de su misión histórica contribuyeron con su obra "a la maduración de un pensamiento nacional que sólo esperaba el momento histórico y su conducción para manifestarse" (A. JAURETCHE). Fueron solo "un efecto". No se sentían causa, antes bien, consecuencia un proceso histórico que los superaba, siendo su labor principal la de desarrollar una primer conciencia argentina que acompañara la transformación del país. Esta es en mi opinión, nuestra mejor contribución a los tiempos que se avecinan, y en tanto, la tarea prioritaria a desarrollar.

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