Feimann y su incomprensión del amor
José Feimann, compañero ayudante en la cátedra de Agnar Klein en la Universidad de Buenos Aires allá por los años 70, viene sacando una serie artículos sobre la filosofía todos los domingos en la tribuna de doctrina del progresismo argentino, el diario Página 12.
Como no leo el diario de Verbitsky y su columnista político Wainfeld, pero si mis amigos progresistas de la Facultad de filosofía y letras, en el despacho de uno de estos me encontré con el escrito del último domingo.
Lo leí como al pasar porque ya sé con lo que me voy a encontrar: citas más o menos ocurrentes, pues es sabido, Feimann más que inteligente es un "rusito vivo", que en su caso, en lugar de destacarse en la tienda, se destacó toda su vida en la venta de letras para ideas.
Así se ocupa en este artículo de Nietzsche, y en lugar de afirmar que es un antisemita como lo han hecho todos sus correligionarios (compañeros de religión), él lo exculpa afirmando que es un anticristiano y que el antisemitismo es una consecuencia. Cuando es sabido que el anticristianismo siempre derivó en un neopaganismo pero no en un antisemitismo. A esto último se llega por otro carril.
O peor aún, dulcifica los brutales juicios de Nietzsche contra los judíos afirmando que: " estas son características de los alemanes del siglo XX ", como si Goethe o Hegel alguna vez hubieran escrito semejantes barbaridades. Pero... dale que va, si total la gilada progresista compra cualquier cosa, y si no miremos los escritos de Caparrós, Sebrelli o Lanatta.
Pero más allá de estas inconsistencias, que en las dos páginas que ocupa el artículo en la separata del diario, hay a montones, lo que nos llamó la atención, y sobre lo que nos queremos detener, es en dos consideraciones muy jodidas del Feimann.
Una cuando afirma, citando a otro como para cubrirse, que: a) "El cristianismo no inventó nada original: es la consecuencia directa y extrema del judaísmo" y la otra cuando afirma: b) "que Heidegger le impuso una relación clandestina a Hannah Arendt; de algún modo injuriándola".
Estas dos afirmaciones tajantes nos muestran una vez más que existe una incomprensión congénita por parte de la inteligencia judía sobre el concepto de amor. Sea por su condicionamiento cultural expresado en la vieja regla mosaica: Ojo por ojo, diente por diente. Sea por un odio ancestral disimulado a todo lo cristiano, o sea por, su ceguera ante el mensaje de Jesús, el Cristo.
a)Al afirmar que el cristianismo no inventó nada más allá de lo que hubiera inventado el judaísmo es, o bien, exaltar al judaísmo sobre manera o bien, desconocer el cristianismo y su esencia.
Y así como Dios para los judíos es el creador de la lejanía infinita, el de temor y temblor de Abraham, el sin rostro de Moisés. El Dios cristiano además de creador ex nihilo, único rasgo en común con el de los judíos, es Dios-ágape, es el Dios con rostro que se hace hombre y que significamos en la cruz.
¿Qué quiere decir que Dios es ágape?. Que Dios es amor, donación de sí, que mueve por aspiración y no por temor. El misterio de la perikoresis sólo se explica por el amor. Esto ha sido, y por lo que vemos sigue siendo, incomprensible para la inteligencia judía. Por más que se desgañiten Martin Buber con la relación yo-tú o Emanuel Levinas con el rostro del otro.
El asunto es que el concepto de amor no es comprendido. Como diría un paisano: es inútil rempujar cuando la .... es corta. Y corta es la inteligencia judía en el tema del amor y sobre todo, del amor cristiano. Es por ello que si recorremos la literatura, que es millonaria en libros, de los autores judíos sobre el tema, estos siempre, pero siempre, siempre terminan equiparando: 1) amor a filantropía (ponga el lector el filántropo que quiera) o 2) amor a humanidad (se proclaman a sí mismos maestros en humanidad, sobre todo luego de la segunda guerra mundial).
En cuanto al concepto de amor griego o pagano, que como es sabido posee tres acepciones: ágape, philia y eros, quedan detenidos y limitados en el eros (recuerde el lector dueños de las grandes cadenas de pornografía y prostitución mundial). En contados casos llegan a la philía, pero jamás a la compresión acabada del sentido agapístico.
Porque para comprender el ágape hay que salir de sí en donación al otro y esto es incongruente y contradictorio para la inteligencia judía donde prima la razón calculadora. Y es lógico, no puede poner este inteligencia el ser, el existir, en aquello que no comprende.
b) al reducir Feimann la relación amante-amado a una injuria porque uno de ellos prefiere el ocultamiento muestra no comprender nada acerca de tan delicado asunto. No comprende que en la relación amante-amado, el amor se manifiesta como producto objetivo entre los dos a través de la categoría de "arcano compartido". El arcano que no es lo mismo que el secreto, porque el secreto lo puede guardar una secretaria, de allí el término. El arcano es un secreto fundante. El arcano muestra la oquedad del amor entre dos y sólo dos, sin nadie en el medio, pero en el medio de todos. Feimann caro mio, te olvidaste el tango de Nelly Omar: Di con tus labios que no, que no me amas y con tus ojos me dices que sí ( o algo parecido).
Detrás de todo gran amor hay un arcano, cosa que no se da en la relación prostibular, tan propia de los judíos como amantes. ¿Será por eso que ellos a lo más que llegan es a tener "queridas", pero no amantes?. Porque en el arcano está el ser, el sentido de la relación, pero sólo a la vista del otro, del amado. El arcano es un producto de dos: amante-amado, que se retroalimenta por elementales sutilezas y se destruye por insignificantes dedenes.
En el núcleo del arcano radica la heroicidad, que volcada a la relación persona-persona hace sentir al amante y al amado indoblegables, ante las más adversas circunstancias.
El arcano como lo más recóndito y valioso del secreto entre dos que se aman, no injuria como se afirma sino que consolida y enriquece la relación.
Feimann ignora todo esto, pareciera que no superó la moral burguesa del medio pelo argentino y perora sobre la imbecilidad de una de las mujeres más inteligentes de su tiempo.¿comprendió acaso el Ich hier de Arendt? No. ¿Es posible que este "un rusito vivaracho" no se haya percatado de la gamba que metió?. Si es posible, porque él está engolfado hablando de sí y cebado, escuchando las voces monocordes del pensamiento único de sus innumerables y multitudinarios cursos y seminarios.
Pero, a fuer de ser sinceros, él es consecuente, pues desprecia, por prejuicio o por ignorancia, un viejo principio cristiano: Sic transit gloria mundi y obedece a raja tabla, la regla de oro de su correligionario Spinoza: Omnia determinatio est negatio. No percatándose que la idea de límite no es un impedimento, sino más bien lo que define y determina a algo en su ser. Y al amor lo determina el arcano, sino es sólo amor a la humanidad, esto es una nada de amor.
(*) filósofo email:
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