De vez en cuando la vida…
En la pantalla chica es posible ver en estos días un aviso de la ANSES por la Asignación Universal por Hijo y celebrando desde ahora el próximo Día del Niño.
Ver a esos mocosos tan bellos y felices, bailando, riendo y jugando nos remite a la patria de la primera nostalgia.
La patria de la infancia, de la juventud, del país inclusivo que supimos ser a mitad del siglo XX.
Confieso que me emociona hasta los huesos cada vez que los veo. Una mezcla humana de llanto y risas desde lo más hondo.
Y la pregunta surge sola: ¿Será cierto esta vez? ¿Nos durará el camino? ¿Sabremos valorarlo y por lo tanto cuidarlo?
Para ponerlo todo en su justa medida, me quiero imaginar cómo sería una pantalla partida, no como las que supo usar el monopolio maliciosamente, sino esta vez entre lo bueno y lo malo, entre lo sano y lo insano, entre lo bello y lo feo.
Entre lo justo y lo injusto.
Y me aparece la imagen de esa niña bailando despreocupadamente y feliz y una sucesión de pinturas horrorosas, “a la derecha de la pantalla, señora”.
La nitidez fotográfica con que fueron retratados los dos modelos de país recientemente, es algo que sucede muy de vez en cuando en la historia. Hay que saber aprovecharlo.
Son tan precisas las imágenes captadas que sobran las palabras.
En un puñado de días, vimos a la Presidenta anunciando los aumentos en la Asignación Universal y en las jubilaciones, más la presencia de Néstor Kirchner en las callecitas de Buenos Aires recordando a Eva Perón en su día, rodeado de trabajadores, jóvenes, artistas populares, dirigentes sociales y sindicales, contrastando de manera diáfana con esas otras fotos del Grupo A opositor en la Sociedad Rural.
Las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo junto a Andrea del Boca más los hombres y las mujeres que inauguraron el nuevo tiempo del matrimonio igualitario, contrastan dulce y violentamente con la de Hugo Biolcatti abrazándose con Mauricio Macri, Duhalde, Carrió, Gerardo Morales, Aguad, Rodríguez Saa.; todos atildados y crispados, como corresponde.
Pensando en estas cosas y mientras libramos noche y día el digno oficio de escribir compartiendo, volvimos como otras veces a cantar bajito aquella poesía de Joan Manuel Serrat:
“De vez en cuando la vida nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas, nos pasea por las calles en volandas, y nos sentimos en buenas manos; se hace de nuestra medida, coge nuestro paso y saca un conejo de la vieja chistera
y uno es feliz como el niño cuando sale de la escuela”.
Es que los días que corren valen y mucho para analizar la realidad en todo su espesura. Pero quizás porque es domingo, quizás porque los pibes regresan mañana a la escuela con más derechos que cuando empezaron sus vacaciones de invierno, quizás porque la ley de medios se acerca a su promulgación definitiva, quizás porque le descubrieron la madriguera a los mandamás de Papel Prensa con sus salarios de jeques, quizás porque los abuelos están un poquitín mejor y van por más con su movilidad, quizás porque los laburantes avanzan y avanzan con las paritarias y con el Consejo del Salario citado por Tomada, quizás porque en las casas preparamos caña con ruda para espantar las pestes, quizás por todo eso junto, más la nostalgia de la que hablaba al principio, se me ocurre que hay que seguir cantando aquella bella canción del Nano y que con eso alcanza para estar feliz saludando a este recién nacido Agosto: “De vez en cuando la vida toma conmigo café y está tan bonita que da gusto verla.
Se suelta el pelo y me invita, a salir con ella a escena.
De vez en cuando la vida se nos brinda en cueros y nos regala un sueño tan escurridizo que hay que andarlo de puntillas por no romper el hechizo.
De vez en cuando la vida afina con el pincel: se nos eriza la piel y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece a los que saben usarla.
De vez en cuando la vida nos gasta una broma y nos despertamos sin saber qué pasa, chupando un palo sentados sobre una calabaza”.
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