¿El peronismo bipartidista?
Los intentos por instaurar un Nuevo Orden Mundial hacen sentir sus consecuencias en forma recurrente sobre la ya debilitada soberanía del estado-nación. Ni hablar si los estados mencionados pertenecen al ámbito de países periféricos; con su consiguiente dependencia de las metrópolis centrales. Es la situación típica que sufre un país semicolonial (y la Argentina lo es), entendiendo como tal, a aquél que, siendo formalmente independiente –esto es posesión de símbolos patrios, elección de "autoridades", administración de gobierno, etc-, permanece dominado cultural, financiera y económicamente (y por ende políticamente) por una o más potencias imperialistas, que expolian sus recursos, traban su desarrollo; en pocas palabras: le quitan su soberanía.
Este sistema admite por ejemplo que se accionen los mecanismos para que la Nación pueda darse a sí misma autoridades que ejercerán un poder formal (por ejemplo el presidente) rodeado de todos los símbolos de poder. Pero un ordenamiento de este tipo vacía a la Nación de soberanía. Sólo le quedaría en sus manos un poder formal. De esta manera las metrópolis (países centrales, imperialismos o Nuevo Orden Mundial, como se lo quiera llamar) se reservan para ellos el poder real (sin que para esto sea condición esencial la ocupación militar).
Negar esta realidad; evidenciada en los casi 210.000 millones de dólares de deuda externa, la privatización de todas las empresas públicas a manos de multinacionales, la entrega de los recursos naturales y estratégicos, la penetración cultural, la manipulación de la información a través de "supuestos comunicadores" y "multimedios" (todos ellos ligados a intereses extranjeros), la ocupación militar de parte de nuestro territorio (caso Malvinas), la enorme transferencia de riqueza que "fuga" capitales de nuestro país; y sobre todo la aberración de tener un Banco Central "autárquico" (el Estado Nacional no puede intervenir en sus decisiones, ni controlar su gestión u administración); son muestras palmarias de un país semicolonial.
El tema del Banco Central es de vital importancia ya que es la entidad encargada de regular la emisión de moneda de un país, del crédito bancario, de orientar la actividad de los bancos comerciales y vigilar los establecimientos de crédito. Puede ser la herramienta que ayude a dar vida a una Nación, o que la hunda en la miseria. A tal punto es importante, que sobre el tema dijo Sir. Meyer A. Rothschild: "Permítanme emitir y controlar la moneda de una Nación y no me ocuparé por quién haga las leyes"; y Sir. Andrew Large, del Directorio del Banco de Inglaterra: "Dejemos que los nativos, (argentinos), elijan sus gobiernos y tengamos nosotros (los ingleses), la hegemonía comercial en el Río de La Plata". Ocurre que "nuestro" Banco Central fue obra de Sir Otto Niemeyer, director del Banco de Inglaterra, y autor del proyecto. Este Banco quedó en manos de técnicos que respondían a su presidente el inglés J. J. Powell, que vino especialmente desde Inglaterra con el objeto de presidir el Banco. De esta manera los dictámenes del Sr. Niemeyer resultaban irrevocables para el Poder Ejecutivo Nacional (por la famosa autarquía). Como consecuencia de esto nuestro país ha tenido, salvo en el período de su nacionalización (bajo la Presidencia del General Juan Domingo Perón, desde 1947 hasta 1955) no solamente los bancos de descuento en manos de particulares, sino, el Banco Central y emisor de su moneda en manos extranjeras. Cabe preguntarse entonces: ¿Si un Estado, que tiene como una de sus misiones básicas y elementales la creación y preservación del valor de la moneda, delega esta facultad en hombres que no defienden los intereses nacionales sino que están al servicio de la plutocracia internacional, no es un estado semicolonial?. Al respecto, así opinaban dos grandes estadistas: "Yo creo que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que los ejércitos permanentes"..."Si el pueblo norteamericano alguna vez permite a los bancos privados controlar la emisión de su moneda, primero por medio de la inflación y luego por la deflación, los bancos y las corporaciones que se crearán alrededor de los bancos... privarán al pueblo de toda propiedad hasta que sus hijos despertarán sin techo en el continente que sus padres conquistaron". "El poder de emisión debería ser retirado a los bancos y restaurado al pueblo, a quien pertenece en propiedad". (Thomas Jefferson; Presidente de los EE.UU.). "La economía y el libre mercado son sólo afirmaciones para el consumo de los tontos e ignorantes. La economía nunca es libre, o la controla el Estado en beneficio del pueblo, o la controlan las grandes corporaciones en perjuicio de éste". (General Juan Domingo Perón. Presidente de la República Argentina). Del lado de la plutocracia confesaba el historiador Carroll Quigley, quien es uno de los hombres del "establishment", mentor del ex presidente Clinton: "El poder del capitalismo financiero tiene un objetivo trascendental, nada menos que crear un sistema de control financiero mundial en manos privadas capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía del mundo como un todo. Este sistema ha estado controlado de un modo feudal por los Bancos Centrales del mundo actuando concertadamente y por acuerdos secretos, a los que se llegan en reuniones privadas y conferencias. Cada Banco Central buscó dominar a su Gobierno mediante la habilidad para controlar los préstamos al Tesoro del Estado, para manipular el mercado de cambios, en la determinación del nivel de la actividad económica del país y en influir sobre los políticos colaboracionistas mediante recompensas posteriores en el mundo de los negocios. La cúspide del sistema ha sido el Banco de Pagos Internacionales de Basilea, Suiza; un banco de propiedad privada y controlado por los Bancos Centrales del mundo, que también son corporaciones privadas" (C. Quigley; "Tragedia y Esperanza", página 324). Pues bien; a confesión de parte...relevo de prueba.
Habiendo quedado demostrado por todo lo antedicho el estado semicolonial de nuestro país, podemos tomar entonces una dimensión real del grado de dominación y vulnerabilidad en el que nos vemos sumergidos. No es de extrañar entonces, que la Argentina tienda a "reproducir" fenómenos extraños a su idiosincrasia, provenientes de los centros de poder mundial y tendientes a afianzar el grado de indefensión que sufre nuestro país. No olvidemos que este autoproclamado "Nuevo Orden", aspira a barrer con todas las fronteras y los estados nacionales, para instaurar un único gobierno mundial.
El fenómeno al que nos referimos y que algunos desorientados quieren imponer, no es otro que el del "bipartidismo". Para ello se pretende amalgamar a todas las fuerzas políticas, en torno a un peronismo ya quebrado, en un partido de "centro derecha" y otro de "centro izquierda" (a la usanza de los países del G-7 y EEUU). Pretendemos demostrar aquí lo pernicioso de tal proyecto, además de su imposibilidad de aplicación por existir en el seno de tal pretensión varias contradicciones intrínsecas; además de profundas e insalvables incompatibilidades doctrinarias y filosóficas.
Primeramente debemos decir que el planteo en su inicio nos lleva a utilizar la dialéctica de nuestro enemigo, ya que hablar de derechas e izquierdas en un país dependiente es caer en falsas antinomias porque la principal contradicción es: LIBERACION O DEPENDENCIA; NACION O ANTINACION. Utilizar otras caracterizaciones ya perimidas, como en este caso, provenientes de la Revolución Francesa, dónde se señalaba como "derecha" a la fracción que se ubicó en la derecha del salón de sesiones de la Asamblea Nacional Francesa, representada por los girondinos (moderados y opositores a Robespierre); y como "izquierda" a los que estaban del otro lado de dicho recinto, representados por los jacobinos (mas radicalizados cuyos máximos exponentes fueron Danton y Robespierre); es dejar de "pensar en nacional", para adoptar fórmulas ajenas. Por otra parte, como no existía entre dichas facciones diferencias en lo filosófico-ideológico, sino que por el contrario, ambas adscribían al Iluminismo del cual se desprendieron más tarde los famosos tres principios de "libertad, igualdad y fraternidad" no podemos decir que derecha e izquierda sean cosas distintas. Tanto unos como otros negaban la natural vida del hombre en sociedad y por ende se oponían al bien común, y comenzaba a perder valor la Nación y el Estado a manos, de cierto internacionalismo e individualismo, pero fundamentalmente, a la exaltación de la razón. Sintéticamente, hemos descrito la aparición de la derecha y la izquierda y su falta de distinciones. Avanzando en el tiempo, los "sofistas" que pretenden forjar el mentado "Nuevo Orden", usan esta denominación para distinguir liberalismo (derecha) y marxismo (izquierda). Decimos que quienes sostienen esta diferenciación son sofistas porque como demostraremos recurren a la falacia discursiva para intentar mostrar como opuestos a lo que en realidad son caras de una misma moneda. Hoy; en el siglo XXI, como ayer, en la Revolución Francesa del siglo XVIII, hablar de derecha e izquierda sigue siendo –con diferencias de matices- exactamente lo mismo. Esto es indudable dado que tanto el liberalismo como el marxismo hunden profundamente sus raíces en una misma cosmovisión materialista-antropocéntrica. Por otra parte, ambas ideologías son ateístas y hacen de la historia una interpretación meramente economicista donde se prescinde absolutamente de Dios y de todo sentido trascendental del hombre. Como si fuera poco, no demos dejar de considerar el marcado internacionalismo de ambas corrientes. Por consiguiente, entre el régimen liberal capitalista y el marxismo, no existe mas que una diferencia de grados; a tal punto que en la actualidad es casi imposible distinguir entre un gobierno socialdemócrata (socialista) y uno capitalista; cual de los dos es más liberal (¿o marxista en su variante gramsciana?). Con la claridad que lo caracterizaba, sobre el tema decía el General Perón: "El comunismo es la forma monopolística del capitalismo. Hemos visto que al terminar la Segunda Guerra Mundial se produce la Conferencia de Yalta donde la burguesía y el comunismo se ponen de acuerdo. Viene después Postdam donde se hacen los tratados que permiten que poco después Santo Domingo sea ocupada por cuarenta mil marines del imperialismo yanqui, con el okey de los rusos. Poco después Checoslovaquia es ocupada por las fuerzas del Pacto de Varsovia, con el okey de los rusos, pero también con el okey de los yanquis. Si ellos no están de acuerdo, bueno, lo disimulan muy bien". Pues bien, si lo expuesto no fuera suficiente como argumentación para demostrar lo falaz de esta supuesta antinomia, dejemos hablar a tres intelectuales claves para entender la "ideología" del Nuevo Orden Mundial. Dos de ellos provienen del liberalismo, y el otro del marxismo. Asombra (¿realmente asombra?) los puntos en común que se pueden encontrar entre ellos. Decía Francis Fukuyama en su libro "El fin de la historia y el último hombre" en la página 108: "El comunismo no representaba una etapa mas alta que la democracia liberal, sino que era parte de la misma etapa en la que eventualmente se universalizaría la extensión de la libertad y la igualdad a todas las partes del mundo"; en tanto que el fundador de la Trilateral Commission (verdadero órgano de planificación y ejecución del Nuevo Orden junto al CFR, la Trilateral Commision, el grupo Bilderberg, el RIIA, y otros), Zbigniew Brzezinski decía: "El marxismo es una victoria de la razón sobre la fe...Representa una etapa vital y creadora en la maduración de la visión universalista del hombre...El ha proporcionado, durante una fase traumatizante de la historia humana (la industrialización de comienzos de siglo), la más válida espectografía de la realidad contemporánea; aportando a la acción política elementos de una ética poderosa y levantando la bandera del Internacionalismo en una época cada vez más dominada por los odios nacionales" ("Between two ages", New York, 1970). Finalmente; y "supuestamente" en la "vereda opuesta" citamos a Antonio Gramsci explicando de qué se nutre el marxismo: "La filosofía de la praxis (el marxismo) presupone todo ese pasado cultural; el renacimiento, la reforma, la filosofía alemana, la Revolución francesa, el calvinismo y la economía clásica inglesa, el liberalismo laico y el historicismo que se encuentra en la base de toda la concepción moderna de la vida". Y es lógico, pues el marxismo no es otra cosa que el hijo putativo del liberalismo, con idénticas bases filosóficas.
En el desarrollo de lo que intentamos demostrar, tiene una importancia clave el año 1989. Ese año cayó el muro de Berlín (y con el definitivamente el marxismo en su vía leninista), se disolvió la URSS, y fue proclamado, por G. Bush (padre), después de la Primera Guerra del Golfo, el nacimiento del mentado "Nuevo Orden Mundial", bajo la forma de las "democracias liberales de occidente". En realidad este nuevo ordenamiento lo que se propone es el establecimiento de un pensamiento único y hegemónico en lo político, a través de la instauración de un único Gobierno Mundial de carácter privado, manejado por el "establishment" usurero-financiero-tecnotrónico-petrolero-mundial (plutocracia), para lo cual es necesario la supresión de toda frontera y por ende del estado-nación y la desaparición de las religiones, sobre todo, la católica (aunque cada vez preocupa más a estos jinetes del Apocalipsis, la resistencia que para su proyecto también ofrece el Islam; para darse cuenta de esto no hay mas que ver el libro de Samuel Huntigton –que también pertence al CFR y demás organizaciones mundialistas- "El choque de civilizaciones"). Si a pesar de todo lo dicho aún se duda de lo que aquí se expone, no hay mas que observar la asimilación que ha hecho el "Nuevo Orden" del marxismo a través de la socialdemocracia (la cual se integra a su vez en la Internacional Socialista), al extremo de fusionarse, en lo que a mi criterio es la ideología reinante: un social-liberalismo-gramsciano. Esta ideología sería profundamente liberal en lo político-económico (salvo para ellos por supuesto); y socialista gramsciana en lo socio-cultural. Otro, hombre del sistema, Richard Gardner decía: "Llegaremos a poner fin a las soberanías nacionales, corroyéndolas pedazo a pedazo"; y el socialista pero integrante también del CFR, Walter Lippmann sostenía: "Puesto que un gobierno mundial es por el momento imposible, se trata de organizar un mundo multipolarizado, con un socialismo diversificado como clave de bóveda". El ya mencionado Carroll Quigley decía: "Existe y ha existido por una generación, una red anglófila internacional que opera, en cierto grado, de la manera en que la derecha radical cree que actúan los comunistas. De hecho esta red que nosotros podemos identificar como los Grupos de la Mesa Redonda, no tiene aversión a cooperar con los comunistas, o cualquier otro grupo, y así frecuentemente lo hacen". El inefable David Rockefeller, otrora presidente de la "Trilateral" expresaba sus objetivos: "Las fronteras políticas de los Estados nacionales resultan demasiado estrechas y limitadas para definir el alcance y las actividades de las empresas modernas. Los intereses humanos generales prosperan mejor en términos económicos cuando las fuerzas de mercado libre pueden trascender las fronteras nacionales. Ha llegado el momento de levantar el asedio a que están sometidas las empresas multinacionales para permitírseles continuar su inacabada tarea de desarrollo de la economía mundial". Como broche de oro reproducimos nuevamente palabras de Brzezinski: "El eje esencial de los conflictos ya no se sitúa entre el mundo occidental y el mundo comunista, sino entre los países desarrollados y los que aún no lo están. El estado-nación, en cuanto a unidad fundamental de la vida organizada del hombre, ha dejado de ser la fuerza creativa: los bancos internacionales y corporaciones multinacionales actúan y planifican en términos que llevan mucha ventaja sobre los conceptos políticos del Estado Nación. Los gobiernos sólo sirven ya para disponer de una autoridad capaz de controlar los desórdenes internos que se producen en su zona de actuación".
Para destruir definitivamente el estado-nación debe fragmentárselo, vaciarlo de contenido, aniquilar sus movimientos nacionales, y "aggiornar" la opinión de los partidos políticos, al discurso "políticamente correcto" que no cuestione los ejes esenciales del proyecto mundialista (como es el caso ya mencionado de la socialdemocracia); sino que al contrario, sea aliado o parte de él. A ésta concentración de poderes mundiales que convergen en el intento de un Gobierno Unico; el General Perón lo llamó Sinarquía (término proveniente del griego; "sin"- concentración o convergencia, y "arkhe" – poder). La sinarquía internacional es la concentración de distintos poderes en único poder de carácter mundial. Ella se mueve a través de sus instrumentos, que son las cinco grandes internacionales: el capitalismo, el comunismo, la masonería, el sionismo, y parte del vaticano claudicante. Unidos a través de la plutocracia del dinero han conformado organismos de muy bajo perfil que intentan la captación de los distintos gobiernos para converger en uno sólo. Estos organismos supraestatales; no muy conocidos para el público en general son: el CFR (Council of Foreign Relations), la Trilateral Commission, RIIA, Grupo Bilderberg, etc. A su vez actúan en los organismo formales, verdaderas "herramientas de superficie" de esta dictadura mundial como la ONU, el FMI, el Banco Mundial, la Corte Internacional de Justicia, la OTAN, etc; estas conocidas instituciones son la cara visible de aquellos poderes ocultos. Por ello no podemos permitir la ruptura del movimiento nacional; en la Argentina, encarnado por el peronismo. Porque sería un avance más del enemigo y un retroceso –quizás definitivo- del campo nacional y popular. No hay posibilidad de conciliar el peronismo con estos intereses, sean de "centroizquierda" o "centroderecha" (que como vimos es lo mismo) porque son filosofías excluyentes la una de la otra. El peronismo tiene una cosmovisión teocéntrica, es un movimiento nacional, es humanista y cristiano, es popular, y universalista; en tanto que el Nuevo Orden Mundial es antropocéntrico, internacionalista, ateo, neomalthusiano, partidocrático, oligárquico, y mundialista. Para asimilar al peronismo a estas ideas que a través de este ensayo hemos enumerado, necesariamente, deberán destruirlo. Lo que de allí surja será un engendro ideológico funcional a los centros de poder y totalmente distinto de la verdadera doctrina peronista; tercerista y anti-imperialista. El nuevo monstruo que se pretende crear encajará con toda seguridad en el esquema del pretendido sistema bipartidista que no existe más que en aquellos que profesan lo inconfesable.
FEDERICO GASTON ADDISI.
(Director de la Revista "Puerta de Hierro")
www. puertadehierro.com.ar
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