La hermandad de la Plaza de Mayo
La historia nacional de luchas y sacrificios tiene hitos fundacionales. Debe ser el basamento racional y emotivo de un proyecto nacional, pero sin descuidar la valoración del presente, de su sentir y acontecer.
Entre estos mojones se encuentran las movilizaciones populares, teniendo como epicentro la Plaza de Mayo. La resistencia a las invasiones inglesas, el cabildo abierto, los caballos atados de las montoneras de López y Ramírez, las manifestaciones a Rosas, los desclasados de Alem e Yrigoyen, las marchas socialistas y sindicales, el 17 de octubre, el 19 y 20 de diciembre del 2001…
También hechos luctuosos como las manifestaciones por las muertes de Yrigoyen, Evita, Perón, y ahora del ex presidente Néstor Kirchner.
Son días de zozobra e incredulidad ante la noticia, de vértigo e incertidumbre en lo individual. Hace dos días la noticia de la muerte de Néstor dejo al país atónito pero no desmovilizado. Desde las redes sociales de internet hasta la clásica comunicación instintiva de la militancia dio la señal: Hay que ir a la plaza!
El miércoles 27 rostros llorosos y acongojados se mezclaban con consignas y preguntas. Al principio las dudas podían más que las lágrimas. La sorpresa se imponía al duelo.
El velatorio en la Casa Rosada del ex presidente en el salón de los Patriotas Latinoamericanos congregó a una multitud heterogénea, donde rostros y voces compartimos un dolor que de a poco se atenuaba con el sentimiento compartido.
Me imaginaba como fue durante los velatorios de Evita y de Perón. En el primero, el silencio y el llanto debían ser la norma. La defensora de los humildes, el puente entre Perón y su pueblo se extinguía. En el segundo, el líder máximo dejó huérfanos a los argentinos. Las dudas políticas y las contradicciones internas en el peronismo estallaron.
En el caso de Néstor se asistió a la muerte de quien recuperó el poder del Estado al servicio de la causa nacional. Pero con el ejercicio pleno del gobierno en manos de la Presidenta Cristina Fernández. No hay vacíos y dudas en el poder, hay certezas!
Ir a la mañana del jueves a ver el féretro entre funcionarios me dio el privilegio de lo inmediato, pero faltó el contacto con la militancia, su sentir, su calor, su dolor que era el mío. La tarde fue eterna en una cola por una Avenida de Mayo intensa en sentimientos y pesares. Una hermandad latía a cada paso, como remedo de aquella que el 17 de octubre ocupó la plaza, o cuando el 17 de noviembre de1972, al impedir las fuerzas armadas el encuentro del pueblo con Perón se cruzó el río Matanza. Esa hermandad del río Matanza, con brazos extendidos, improvisados puentes humanos, uniones de cuerpos y espíritus tuvo su remedo ayer. El subsuelo de la patria sublevado de Scalabrini Ortíz se transformo hoy en la superficie de un pueblo visibilizado en su opinión y derechos por quien hoy recibe su merecido reconocimiento.
A cada paso una consigna, a cada mirada un gesto, un rito propio de una ceremonia. Imágenes de Néstor empapeladas por todas las calles. Retratos puestos espontáneamente por chicos y viejos. Flores en manos de trabajadores para el adiós. Labios que pedían ser escuchados para agradecer por su dignidad recuperada.
Entre mates ajenos y vasos de agua venidos de los compañeros, palabras entre militantes que no se olvidan. Santiago afirmando: “Los que hoy se regocijan con la muerte de Néstor son los que nos dan fuerza para reafirmar nuestra identidad”. Nicolás, entre lágrimas, abrazándonos y diciendo: “Hay que prepararnos viene por Cristina y por nosotros. Hay que resistir en la calle!”. Graciela, tomados de la mano, ante el cielo suplicando: “Y que pasará?”.
Entre medio de esto, a cada paso cantando, cien veces la marcha, arengando con consignas y despotricando contra vices, multimedios y opositores serviles a los poderosos. Silvia, señalando una bandera enorme trajinada por años de marchas, nos dijo: “Esa es nuestra bandera de organización, con Perón y Evita bordados. Ahora si que podemos incluir a Néstor, es digno que los acompañe”. Y a uno se le hace un nudo a la garganta de imaginarlos a los tres…
La maestra con el ponchito blanco luego de dar clases, el militante sindical cruzándose con los Putos Peronistas, unos del PC al lado de camioneros de Moyano, un oficinista que ayuda a una viejita a levantarse y darle un pañuelo para las lágrimas. Una sabana de un pibe de Lomas donde escribió: “Gracias Néstor por enseñarme a creer”, y los carteles con Perón que lo flanquean sonriendo y haciendo un guiño a la historia.
Todos de la manos con imágenes de Evita y ver el reloj con las 20.25 nos lleno d e recogimiento. Misma hora, misma situación, mismas lágrimas. Mientras nos enteramos que llega el Comandante Chávez y un causal llamado de mi amiga Nireibi de Caracas que me da fuerza. Todo mágico, todo real!
Alejandro, emocionado, se asombra: “la verdad, ver a los pibes de la Fede cantar la marcha y escribir "Néstor Vive" en un paredón es signo de que algo grande esta pasando ante nuestros ojos”. Lilia con su consigna: “Este homenaje, mi dolor, es para Néstor, apoyando a Cristina”. Patricio con su identidad sindical refirmando: “son baluartes de la construcción de la conciencia nacional, que jamás negociaremos. Esto es así, pese a quien le pese. Perón tuvo su Evita. El pueblo hoy, tenemos a Cristina.
O la de un compañero mayor que ante una foto de Evita que le regalo me confiesa: “Cuando murió Perón sentí que murió mi padre, hoy siento que se murió mi hijo”. Ejemplo de palabras que muestran el pulso de sentimientos, que coincide con el latido de la calle. Estamos hermanados en corazón y espíritu…
Entrar a la Casa Rosada fue una ceremonia religiosa. Ver cientos de coronas oficiales que fueron opacadas por improvisados carteles, flores y tributos en la explanada y sobre las vallas. Consignas en carteles, trabajos artesanales con rosas y fotos, papeles con crayones, pañuelos escritos con rouge, remeras de la JP ofrendadas como tributo a la militancia de Néstor. Es el remedo de altares populares a quienes el pueblo siento como propio, de santos rurales a cantantes, pasando por Santa Evita y nuestro gran Perón.
Impactó entre Perón y Allende el féretro cerrado pero con Néstor a corazón abierto. Ver la entereza de Cristina, consolada por los presidentes Lula y Chávez, pero segura que su entereza debe ser la entereza del gobierno.
Pero más impactante es la interpelación del pueblo. Consignas de apoyo, cánticos regionales, lágrimas por el amigo ausente. Es lo más cercano a una ceremonia de antiguos que despiden a su jefe tribal y caudillo político. Con los pañuelos de las Madres y Abuelas, fotos y cuadros hechos por militantes y banderas partidarias sobre el féretro. Hoy estas expresiones son un voto de confianza mayor que el de cualquier urna, cual tacuaras al viento de una montonera apoyando a su caudillo.
Patricia me dice entre lágrimas: “mi llanto y gritarle fuerza a Cristina es mi manera de apoyarla, de darle aguante a quien quiero”. Pero a la vez es la demostración de confianza irrestricta a Cristina. Ella, entera, emocionada, recibiendo con su familia, ministros y colaboradores estas muestras de afecto. Es demasiado para estos días. Es tanto afecto como tanto apoyo se necesita para sostener un modelo de liberación.
Cuantas voces anónimas que tuvieron ideas poderosas y que de a poco voy procesando. La capilla ardiente siempre tuvo el calor de la fe del pueblo en sus líderes. Cada grito, cada canción, cada rezo, fue una ofrenda de reconocimiento. Cuanta riqueza hay en los corazones militantes! Si hay críticas y reproches son vanos, no interesan. Que cosa pueden oponer hoy los contreras a la mística y la pasión de Néstor y Cristina apoyados por su pueblo?
En pocas horas saldrá el cuerpo para Santa Cruz, la lluvia va y viene como si pudiese para tanto fuego de los militantes. Tanta moción a flor de piel. “Néstor está con Perón. El pueblo con Cristina”. La leemos y la escuchamos sollozando. Consigna demoledora. Verdadera.
Me sentía solo. La hermandad de la Plaza de Mayo se devolvió una fe colectiva, una esperanza grupal, ser orgullosamente parte de un proyecto para mis hijos. Para mi Patria.
Compañeros y compañeras anónimos, gracias por devolverme la fe.
Cristina, seguí en la lucha por nuestra liberación.
Néstor, descansa en paz.
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