El Odio A Peron
Valga la distinción, - indispensable para ubicarnos en un lenguaje común – puesto que la confusión que se vive en la argentina en materia de pensamiento político es de tal magnitud, que se interpreta por peronismo lo que cada uno cree ver en él, según el propio pensamiento político incorporado a lo largo de su vida, según los propios sentimientos, patrióticos o por oposición internacionalistas, según el resentimiento social desarrollado por exceso o por carencias de bienes materiales y espirituales (reales o supuestos).
Claro esta, que la reflexión de más arriba le cabe no a cualquiera, sino a ese sector de la sociedad que se considera politizado – informado de la política y sus vericuetos (también aquí realmente o supuestamente) – sea o no militante. (1)
La gran masa del pueblo de más de treinta y cinco años, es peronista sentimentalmente, es decir, adhiere al General, sin conocer la doctrina en su letra, más de lo que sugiere la marcha, pero "sintiendo" esa doctrina asentada en la tradición cristiana de lo argentino, y en la memoria de los años de gloria de mediados del siglo XX..
Los peronistas de Perón, los que conocen su doctrina, que a su vez se identifican con el sentimiento popular, no son, aunque parezca para muchos contradictorio, el grueso de la militancia del partido. Más bien, son militantes de fuerzas paralelas al partido, que al momento de votar, en general disciplinadamente votan por los candidatos partidarios. Pero ese sector – autodenominado "la militancia" - se encuentra en general enfrentado con la dirigencia partidaria, constituida por logreros, que han penetrado en el partido con miras a la obtención de las prebendas que pueden conseguirse tras la conquista de cargos públicos, y de los que muchos, además de este perfil corrupto, rechazan a Peròn y sus ideas. Por supuesto que esta última parte, no es la realidad partidaria de todo el peronismo en todo el país, pero lo es en una alta proporción. Los "aparatos" del partido, hace rato que atienden antes que nada intereses concretos económicos, (donde juegan los personajes que los facilitan), que a intereses comunitarios que se encuentran naturalmente por encima de aquellos, pero que son subordinados en cuanto su atención y resolución, al negocio personal del dirigente vinculado al aparato, o en caso de alcanzar mayor envergadura, al beneficio del aparato y sus vinculaciones superiores. A no sorprenderse tanto, finalmente, este el "sistema" donde domina la partidocracia, y en un pasado no muy lejano hasta ha habido acuerdos entre uno y otro "aparato" de partidos dominantes, para respetar determinados negocios y compartir las "ganancias" o "heredarlas" en un sistema de postas sustentadas en la supuesta alternancia de los partidos mayoritarios, tan deseada por los politólogos del neoliberalismo. Dicho esto, la realidad antes descripta está extendida dentro del partido que dice responder a las ideas de Perón, porque es el partido del poder, pero existe en otros partidos u organizaciones electorales. Este aspecto es parte de la corrupción de la sociedad argentina.
La realidad es la única verdad
Pero Perón advirtió esto a sus discípulos, y el peronismo de Perón (Las veinte verdades, La Comunidad Organizada), el pensamiento filosófico de aquel discurso inaugural del Congreso de Filosofía en Mendoza, y innumerables piezas más con enseñanzas bien incorporadas por "La Militancia", la obra de gobierno de sus primeras dos presidencias, la Constitución de 1949, su muerte en el ejercicio de la tercera, asumida en una de las etapas más difíciles de la vida del país, un sinnúmero de actos verdaderamente aleccionadores a través de sus discursos, constituyeron una fuerza irresistible que aún tiene el "bastón de mando", el que va en la mochila de cada compañero como gustaba decir. Sus sostenedores son los actores del "Movimiento", cuyo instrumento debería ser el partido.
Desde aquella Secretaría de Trabajo y Previsión, hasta el traslado de sus restos a San Vicente, (con el vergonzoso saqueo y acto de intimidación) por tomar uno de los últimos actos públicos que lo tuvo como centro, Perón en vida, o muerto, convoca más que cualquier "político", y su doctrina abraza más espíritus de lucha que cualquiera de las ideologías existentes en nuestro país.
Es que Perón ha sido el emergente político de una época, conforme a la tradición argentina.
A la verdadera tradición, la tradición de la generosidad gaucha, del patriotismo, de la caridad cristiana, del Jefe fuerte e intérprete de la voluntad popular, del auténtico representante del hombre argentino, porque no necesita "captar" el deseo, la voluntad o la aspiración popular, la siente, la piensa, en carne propia. Es la esencia de la democracia según la idiosincrasia argentina, la misma de Rosas, de Ibarra, de Estanislao López y de otros que perduran en la memoria.
Por eso, mil veces se intentó desarraigar del pueblo esta creencia casi religiosa en el Jefe, por eso se atacó la base de sustentación social quebrando el aparato industrial para quitarle poder al sindicalismo, y a un empresariado que a pesar de no comprender el papel político de Perón y su política económica, apéndice insustituible de su POLITICA inserta en la DOCTRINA, terminaría casi ineluctablemente (en realidad no hay nada terrenal que lo sea) en abrazar el pensamiento de Perón, o quién lo siguiera, porque ese pensamiento, con sus más y sus menos (2), es la realización de la Nación.
¿Qué mejor descalificación para Perón que enredarlo en los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen que apuntó sus cañones para destruir su influencia? Es el odio de siempre que apuesta otra oportunidad; La Unión Democrática; Junio de 1955; Septiembre del mismo año; Río de Janeiro en 1964; Ezeiza en 1973; El golpe de 1976 ;El Pacto Militar Sindical en 1983; Ahora el Terrorismo de Estado.
Conjura en la justicia o "Los desconocidos de siempre", para enlodar al Caudillo argentino del siglo XX, y quitar del medio la figura del Jefe del pasado, que orienta el futuro. Así se perfeccionaría el dominio sobre el poder en la Argentina, para tornarlo dócil a los intereses plutocráticos de las oligarquías locales y continentales.
1) Esa suerte de personaje que lo sabe todo, tiene un barniz de mucho pero es incapaz de abordar profundidades, que abundan entre los argentinos "citadinos", es al que aludo y que increíblemente forman una importante masa de afiliados a partidos políticos, y lo que es más grave, son en muchos casos profesionales, profesores, universitarios de carreras donde el conocer sobre la política es un saber debido, funcionarios del Estado o empleados medios de la Administración Pública , periodistas, etc. En jerga popular, chantas.
Una anécdota de un pequeño episodio sucedido en el 2003, ilustra un tanto algunos aspectos de lo que aquí se ha escrito: En una reunión de militantes políticos y sindicales donde todos o la gran mayoría se decían peronistas, se preguntó por quien votaría en las elecciones próximas. La respuesta de muchos fue por la Izquierda Unida, una alianza entre los partidos ..............nada más lejos de lo que el peronismo como doctrina de Perón podía propugnar.
2) Debe pensarse en los aspectos de fondo de todo pensamiento, el que es inconmovible en cualquier circunstancia, y aquel otro adaptable a la que obliga el tiempo histórico, en orden a lo económico, político y social. La síntesis "La política es el arte de lo posible", no agota todo lo que se pueda decir acerca de lo que frecuentemente se lo llama coyuntura histórica. Pero es una aproximación valiosa a la estimación de lo que se puede hacer, y mirando hacia atrás, lo que se pudo hacer. Nunca ese hacer es conforme a las ideas fundamentales del gobierno de turno. El 100 % en Política, no existe.
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