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ACTUALIDAD PERONISTA

Alquilen balcones

a intrascendencia de nuestras individualidades. La organización y las verdades, son lo único que vence al tiempo.


Si existe quienes “me leen” (así, genéricamente), entiendo que después de este año y monedas escribiendo editoriales lo más esperable en estos momentos sea alguna crítica medio soberbia o sobradora de la paupérrima situación actual del peronismo bonaerense. No sé si es la superación constante del ridículo o la etapa personal, que siempre está influida por las cosas que estoy leyendo, pero tengo pocas ganas de hablar del asunto. 

Me siento un poco como cuando, en una fiesta, uno ve que algunos adultos pasados en años y en alcohol están haciendo boludeces. Si es alguien que no conoces, te divertís un rato mirándolo de afuera. Si es tu vieja, te da un poco de vergüenza ajena que es, casi, asimilable a la propia. Por lo tanto, mi única declaración sobre el asunto va a ser esa. Quizás, la peor y la más ácida de todas las que dije hasta ahora. No voy a decir nada.

Como dije, mis momentos personales están estrictamente ligados a lo que vengo leyendo. La debacle del debate local fue, personalmente, beneficiosa. Volví a la práctica de intentar entender el mundo y sus tendencias, o por lo menos de estar informado de qué es lo que está pasando. Da perspectiva (a propósito de eso, les recomiendo el último video que subimos en FRAGUA sobre el “Camino a los primeros 100 días de Donald Trump”, donde explicamos mucho más desarrolladamente lo que viene ahora).

Hace unos meses volvió a asumir la presidencia Donald Trump, y la semana pasada pasó lo que tenía que pasar. A Estados Unidos ya no le sirve el multilateralismo porque no pueden dominar al conjunto ni aunque sean el principal financista de la OTAN, la OMS y todos los organismos internacionales que ellos mismos crearon. Trump vino a detonar eso de la única forma posible: recorte del gasto y arancelazo para todos y todas. Esto último, por supuesto, es un bluff

La idea es romper todos los acuerdos multilaterales y reemplazarlos por negociaciones mano a mano donde Estados Unidos, que aún es la primera economía mundial, pueda imponer mucho mejor sus reglas. “Vengan al pie”, les dijo, y así fue como casi todos los países estaban haciendo fila, a los dos días, para ver cómo seguir exportando al gigante norteamericano. A los pocos días, el anuncio inevitable: marcha atrás para todo, menos para China.

Y eso es porque casi todos fueron al pie a negociar. No todos. Y, principalmente, no la República Popular China. Todo lo contrario, respondió con suba de aranceles a EEUU, que tuvo como contra respuesta un nuevo aumento de EEUU superando el 100%. Hasta que estaba terminando de escribir esto, China volvió a subir de vuelta al 80%.

Veremos quien sobrevive más, si China sin los EEUU, o los EEUU sin China. Lo cierto es que el mundo abre una chance inédita decretando, ahora sí, el fin del orden unipolar y la posibilidad fáctica de que los países dependientes y semi-dependientes alcancen mayores grados de soberanía e integración. Pero nuestra élite política está discutiendo quién es el séptimo candidato a Diputado Provincial por la Tercera Sección Electoral de la Provincia de Buenos Aires.

Como si “la interna” no empezara a quedar lo suficientemente de cabotaje ante esas cosas que leo religiosamente todas las mañanas, mi lectura nocturna viene siendo “El Reino” de Carrére, un intento de reconstrucción de la historia de San Pablo y de San Lucas o, lo que es más o menos lo mismo, de los orígenes del cristianismo tal y como lo conocemos hoy en día. Es la receta perfecta. Por las mañanas me siento una hormiga en el espacio y por las noches insignificante en el tiempo. Les recomiendo probarlo.

Ya casi terminado, debo decir que me resultó más que interesante. Mi interés por el catolicismo no viene de familia y es más contemporáneo con lo que le viene sucediendo al conjunto de mi generación. Por lo tanto, mi formación no es religiosa y, educado por la modernidad, me interpelan mucho más los relatos donde veo seres humanos transformando la realidad que historias increíbles que rozan el misticismo. No nos acercaron los rituales sino la crisis de valores que observamos y para la cual, según creo, el catolicismo tiene la mejor respuesta.

Resulta que, a pesar de que existía una profecía que anunciaba al Mesías, cuando éste apareció, gran parte de su pueblo no lo reconoció. Aún más, pidieron por la muerte de Jesús en manos de los propios romanos de los cuales él venía a liberarlos. Y, para colmo de males, en el oprobioso castigo de la cruz, como un delincuente común. A pesar de todos los milagros que narra el Nuevo Testamento, incluida su propia resurrección de entre los muertos, el grupo que predicaba su palabra siguió siendo una secta minúscula por siglos desconocida, cuando no perseguida, por propios y extraños.

Debo decir que no me parece reprochable la actitud de quienes, ante tamaño acontecimiento, optaron por desconfiar. En realidad, yo tampoco sé si creo en la posibilidad de que alguien, sea quien sea, tenga la capacidad de morir y resucitar a los tres días. Pero sí creo por sobre todas las cosas que, aunque minúsculo, el grupo que existió alrededor de su legado sobrevivió por la existencia de una verdad. Que incluía a alguien que resucitó, sí. Pero que también hablaba de compartir el pan, de llevar una vida ordenada y respetuosa del prójimo y de observar siempre por los más humildes. Que fue profundamente revolucionario porque dijo que de nada valía el apego a La Ley y el respeto por los rituales, si se ignoraba a quien estaba a nuestro lado. Que no pedía nada para sí y, en cambio, pedía todo para los demás.

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. [Mateo 25:35-46]

Después de décadas de trabajo duro, el recorrido de Pablo y su acompañante Lucas se detiene, sin embargo, en los 60/70 (de esos años habla “Hecho de los Apóstoles”, mi libro preferido del Nuevo Testamento por lo que voy a decir a continuación). No sé si será casualidad, pero algo me lleva a mis primeras lecturas políticas, situadas en la República Argentina 1900 años después. Lo que siempre más me golpea de los relatos de la dictadura militar (y de todas estas historias en general) no son las torturas ni las desapariciones sino lo que ocurre después: vivir con la derrota.

Cuando narro la sensación que tengo de la actualidad, salvando las distancias, puedo sentir algo de lo que sentían los primeros apóstoles luego de la muerte de Jesús o lo que sentía Lucas cuando ve que su antiguo mentor es ocultado y difamado en sus propias Iglesias. Debe haber sido más o menos lo que sentían nuestros compañeros en los 80’. El dolor por la tarea inconclusa. Por lo que pudo haber sido y no fue. Porque concluido el aniquilamiento físico sigue el moral para los sobrevivientes, que probablemente sea aún peor. Porque esa verdad no pudo resistir semejante embate. ¿O sí? 

Ya en el final del libro, se narra que luego de la destrucción de Jerusalén y la persecución y muerte de los judíos y judeocristianos, las Iglesias de los primeros apóstoles se reducen a sectas marginales. Los pocos judíos que pudieron sobrevivir, dispersos y perseguidos, no tenían la más mínima capacidad de convocar multitudes. 

No lo terminé todavía, me queda poco. Pero no lo necesito para lo que voy a decir ahora: lo interesante es que, si alguien leyera todo eso sin contexto, pensaría que está ante el relato de una derrota. Pienso que, si en el año 75 alguien le hubiese dicho a Lucas que, 300 años después, el Imperio Romano iba a tener un Emperador cristiano, probablemente lo hubiese tratado de loco. Ni que hablar si le decían que dos milenios más tarde sería una de las principales religiones del mundo. Hoy la realidad es muy distinta y la derrota parece algo anecdótico.

Creo que con el movimiento de liberación nacional pasa algo similar ¿Cuántas veces se vaticinó su fin próximo? ¿Qué habrán sentido los que arriesgaron su vida en las Invasiones Inglesas cuando vieron a Rivadavia erigido gobernante? ¿O el propio San Martín cuando no pudo desembarcar en su patria, durante el gobierno de Rosas, sin correr riesgo de muerte? ¿O los sectores nacionales luego de la derrota en Caseros? 

El hecho es que, en definitiva, en tanto y en cuanto nuestra verdad siga vigente y la llama de la trascendencia encendida en un grupo, aunque minúsculo, de compañeros, muy difícilmente eso se termine. Y es imposible de extinguir porque Cristo y nuestros próceres nacionales representan lo mismo: la añoranza de un mundo mejor en el cual los seres humanos puedan realizarse por su sola condición de serlo. Estén o no los que representan ese anhelo a la altura de las circunstancias.

Por eso escribo esto (quizás embebido en el relato de los primeros años Después de Cristo, antes de que fueran los años D.C.) de forma casi profética. No entiendo el sentido de la dirigencia de querer imponerse en roscas internas, lo cual puede asegurar el poder para hoy pero nunca la reivindicación frente a la historia, que solo se logra representando fielmente el sentir popular y siendo leal con los más oprimidos. “Pues polvo eres y al polvo volverás” ¿Tanto importan unos cientos de miles de dólares más en la cuenta?

No se preocupen por si vamos a votar dos, tres o cuatro veces. No se preocupen tanto por las candidaturas. Y ni siquiera se preocupen tanto por unas elecciones legislativas. Nuestros seres individuales son muy chiquitos al lado del mundo, y mucho más en la mirada de la historia. Lo que puede transformar al tiempo y el espacio son las construcciones colectivas.

Solo un consejo: si en algún momento a alguno se le prende la lamparita y deja de llorar traiciones o planear la mejor intriga de palacio, creo que puede ser una gran plataforma política hablar de cómo los trabajadores van a dejar de viajar cinco horas para trabajar diez y que eso solo alcance para comer bien la primera semana del mes. O, mejor, ponerse a hacer algo para que esa situación cambie (porque “Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”). 

Sé que hay algunos en condiciones de hacerlo. 

Sean inteligentes.

Y no traicionen su mandato.

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