¿CUÁNDO “SE TORCIÓ” EL PERONISMO?
La disputa por la jefatura del Partido Justicialista es de momento una pulseada vacía de política porque sólo están en juego los beneficios personales de ciertos dirigentes.
Un vocero de Cristina Kirchner se indignó porque el gobernador de la provincia de Buenos Aires no se sumó explícitamente al opacado operativo clamor por su jefa: “Nos llama la atención que le dé lo mismo Cristina o Ricardo Quintela”, lamentó en relación a la disputa por la presidencia del Partido Justicialista.
Pero es natural que dé lo mismo cuando esta es una pelea en la que no se formulan ideas ni se defienden valores.
El vocero de CFK también dijo que ella es la que más gestos ha hecho en favor de la unidad. Para ellos la unidad es la presión a Quintela para que baje sus pretensiones.
Es una pulseada vaciada de política porque sólo están en juego los beneficios personales de ciertos dirigentes. De momento que no se expone ninguna línea de acción política, queda claro que una vez más CFK se mimetiza con el peronismo cuando le va mal jurídicamente. Vuelve a Perón cuando se le complica el panorama, pero se divorció de su herencia cuando tomaba decisiones de gobierno.
Este oportunismo quedó al desnudo hace un par de años cuando Cristina Kirchner se desgañitaba desde la ventana de su despacho en el Senado gritándoles a sus acólitos que cantaran la marcha que la mayoría no sabía. Por eso cabe suponer que la intención no es convocar a la unidad sino subrogar la suerte del partido a la suya personal. Pegar al PJ con su situación. Mandar “preso” a todo el peronismo si hace falta para blindarse ella.
“Tenemos que enderezar el peronismo”, dijo también el vocero, aludiendo a la frase de Cristina Kirchner (”El peronismo se torció”).
Pero mal podría enderezarlo Cristina Kirchner, porque si Javier Milei se asume como el topo del Estado en su intención de socavarlo desde adentro, ella lo es del peronismo por la tarea de demolición de sus pilares: su historia y los valores esenciales de su doctrina.
El kirchnerismo hizo lo que no pudo la izquierda marxista por un lado, ni la dictadura por el otro. Amenazas externas que activaban reflejos de defensa. El vaciamiento ideológico de estas últimas décadas, en cambio, fue fruto del entrismo.
¿Cuándo se torció entonces el peronismo? es lo que cabría preguntar.
Puesto que el pasado 17 fue el Día de la Lealtad, podemos decir que se torció, por ejemplo, cuando quisieron extraditar a la viuda del general Perón habilitando con entusiasmo una persecución que sólo frenó la Audiencia española.
O, ya que hablamos de persecuciones, cuando intentaron la abyecta maniobra de vincular a Jorge Bergoglio con la represión ilegal.
Se torció cuando ante el mundo incriminaron al propio Estado argentino al que debían representar como responsable de atentados de los que fue víctima.
Se torció cuando en el aniversario de Rucci, prefirieron homenajear a Agustín Tosco.
O cuando indemnizaron a los hijos de Santucho pero no a los conscriptos formoseños muertos en un ataque de la guerrilla. Es decir, cuando indemnizaron a los que promovían el golpe declarándole la guerra al gobierno constitucional de Isabel Perón.
Se torció cuando destruyeron el Estado en nombre del estatismo.
Se torció cuando en vez de dar trabajo y poblar el país, se dedicaron a evitar que nazcan argentinos, distribuyendo drogas abortivas como caramelos.
Se torció cuando destruyeron la autoridad de los maestros, vaciaron de contenido la educación argentina y dejaron a la juventud sin horizonte alguno.
Se torció cuando convirtieron la redistribución del ingreso en clientelismo. La justicia social, en la gerenciación de la pobreza.
Con Perón, la distribución del ingreso promovía el ascenso social, mientras que las “políticas activas” del kirchnerismo resultaron en consolidación de la pobreza y del empleo en negro, desaprovecharon una etapa extremadamente favorable para la economía del país por su incapacidad de crear el marco institucional para convertir el crecimiento en desarrollo.
Se torció cuando desprestigiaron al Conicet al ponerlo en modo perspectiva de género y lenguaje inclusivo, financiando delirios que ni califican como investigaciones, y dando pie de este modo a que la motosierra liberal arrase con la investigación científica seria y necesaria.
Torcieron el peronismo cuando, en su nombre, se hicieron voceros de la agenda de usinas transnacionales convirtiendo al país en laboratorio de ensayo de leyes de-constructivas que apuntan a desnaturalizar a la persona humana.
Se torció el peronismo porque mientras que con Perón aspirábamos al liderazgo regional, con los Kirchner fuimos “punto” de Chávez. Y del Grupo de Puebla.
Se torció cuando un candidato en campaña propuso a los jóvenes “buena vida, goce, feminismo y ambientalismo” para “sentirse feliz”, cuando el Justicialismo siempre estuvo en las antípodas de ese pensamiento relativista e individualista.
Se torció cuando en el Bicentenario el kirchnerismo diluyó la identidad nacional al romper la unicidad del proceso histórico cultural que nos configura como argentinos.
A diferencia de Perón, que cuando nacionalizó los ferrocarriles se hizo cargo de toda la historia argentina sin beneficio de inventario y bautizó a las líneas recuperadas con los nombres de todos los próceres -Mitre, Sarmiento, San Martín, Roca, Urquiza-, quien hoy pretende convocar a la unidad usó aquel aniversario de todos los argentinos para ir contra Sarmiento, reivindicar a unos próceres para denostar a otros y hasta intentó contraponer a Belgrano con San Martín.
Se torció cuando se sustituyó un capitalismo que armonizara Estado y mercado, competitividad con bienestar social y modelo productivo con inserción en el mundo, por la patria contratista, la manipulación, el apriete a los empresarios, el ataque al campo y la desinversión.
El kirchnerismo torció los valores fundantes del movimiento. Fue el “hecho maldito” del peronismo. Sin embargo, hoy pretende apropiarse de una herramienta que, en el llano, podría ser base para una revitalización, a condición de convocar a un Pacto por la Idea.
No puede haber unidad política si primero no hay unidad de concepción. Concebir es el primer paso si la intención es sincera.
¿Qué lealtad se invoca entonces si no está pensando en cómo ser continuidad de la herencia y la doctrina de Perón en el presente?
Perón concebía a la Argentina como una unidad abierta y generosa, integrada al mundo pero más consciente que nunca de su identidad cultural.
Todo eso es lo que el kirchnerismo intentó demoler y es lo que hay que reconstruir y consolidar.
Más que disputar la jefatura del Justicialismo, Cristina Kirchner debería proponerse como LÍDER DEL ALFONSINISMO RESIDUAL porque tanto su relato como sus acólitos tienen más que ver con esa tradición -entre socialdemocracia, cultura hippie y Grupo de Puebla- que con el movimiento peronista cuya representación se quiere arrogar.
Por todo ello, es certera la advertencia de Cristina: “LOS PONCIO PILATOS Y LOS JUDAS EN EL PERONISMO NO VAN MÁS”.
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