Día del trabajador, Comunidad Organizada y Cuarta Revolución
Las reivindicaciones que llevaron a la huelga a los “mártires de Chicago” en tiempos de la segunda revolución industrial, tuvieron en nuestro país su propia historia de frustraciones y éxitos. Pero lo que más me interesa recordar, en función del olvido planificado en el que han caído, son los grandes postulados filosóficos que sostienen nuestra cosmovisión sobre los derechos laborales, en contraposición con la linea de pensamiento que defiende lo que hoy a algunos les gusta llamar “el fín del trabajo”. Es prácticamente imposible en Argentina pensar el primero de mayo sin mirarlo a través del cristal del peronismo. Sin embargo el liberalismo dominante en los grandes medios, ha buscado vaciar de contenido las conquistas de nuestro movimiento, pretendiendo reducirlas a una mera redistribución de bienes materiales como el aguinaldo o las horas extras.
El justicialismo nunca tuvo por objeto enriquecer a los trabajadores, sino el mejoramiento del “hombre argentino”. Tomando como camino la “elevación moral” a través de la práctica de las virtudes, y entendiendo que nadie puede practicar sus virtudes con la panza vacía tal como planteaba Santo Tomás de Aquino, para Perón la satisfacción de las necesidades materiales de los descamisados era solo un medio para alcanzar un fín infinitamente superior.
Hoy en las puertas de la cuarta revolución industrial (aunque ya del lado de adentro), los esbirros del foro de Davos y su otra cara de la moneda, los predicadores del neomarxismo, debaten sobre relaciones laborales y derechos en una economía digital, anulando cualquier posibilidad de discutir la justa distribución de los bienes espirituales de la Nación.
Los derechos del trabajador fueron incorporados como imprescriptibles e inalienables a la constitución argentina, por un movimiento que buscó “modificar sustancialmente las condiciones de vida en pro de la felicidad general (…) realizando las aspiraciones anímicas del hombre y el camino de perfección por el cuerpo social”.
Esos mismos derechos son negados en la actualidad por la mal llamada “economía colaborativa” (un eufemismo cínico), cuyos creadores creen haber descubierto el agua tibia, con un discurso tan desopilante como llamarle “futuro del trabajo” a una explotación propia del siglo XIX, por el solo hecho de contar con explotados conectados a “4G”. Una especie de “mártires de Chicago” pero con wifi.
Ya en 1949, desde su obra “La comunidad organizada”, el General Perón nos advertía: “Voces de alerta señalan con frecuencia el peligro de que el progreso técnico no vaya seguido por un proporcional adelanto en la educación de los pueblos. La complejidad del avance técnico requiere pupilas sensibles y recio temperamento. Si tomamos como símbolo de la vida moderna el rascacielos o el transatlántico, deberemos enseguida prefigurarnos la estatura espiritual del ser que ha de morar o viajar en ellos. Ante esta cuestión no caben retóricas de fuga, porque lo que en ella se ventila es, ni más ni menos, la escala de magnitudes con arreglo a la cual puede el hombre rectificar adecuadamente su propia proporción ante el bullicio creciente de lo circundante. La vida que se acumula en las grandes ciudades nos ofrece con desoladora frecuencia el espectáculo de ese peligro al que unos cerebros despiertos han dado el terrorífico nombre de insectificación” .
Queda claro que quienes adherimos a la doctrina nacional justicialista debemos pelear por nuestros derechos. No podemos resignarnos a ser miserables seres insectificados con algunos pocos beneficios sociales, como nos plantea el progresismo 4.0 . Debemos entender y defender la suprema dignidad de los trabajadores y del trabajo, concepto que excede por completo lo material.
El 1° de mayo es sinónimo de lucha para los pueblos del mundo. En Argentina esa lucha cobra rango constitucional en 1949, año en el que tambíén se presentó la base filosófica de la “Tercera posición” en el “Congreso Nacional de filosofía” desarrollado en Mendoza. De ambos hechos en este 2019 se cumple el 70 aniversario.
Y a propósito de hechos, efemérides, y aniversarios, este primero de mayo se cumplen 45 años de un discurso memorable que el Presidente Perón pronunció allá por 1974. Ya sé, la mayoría estará pensando en el General tratando de “imberbes” y “estúpidos” a Firmenich y compañía en Plaza de Mayo. Es una pena que todos tengan presente esa anécdota, y pocos recuerden que ese mismo día apenas un rato antes, Juan Domingo Perón presentaba ante los legisladores en el Congreso “El modelo argentino para el proyecto nacional”. En su discurso habló, entre otras muchas cosas, de “el desarrollo social integrado del país en su conjunto, realizado con sentido nacional, social y cristiano”.
Pero ese tema lo dejo para la próxima…
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